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Cumpliendo sueños, coleccionando Porsche. Parte III

Una colección belga de más de 50 Porsche y experto artesano de la iluminación muestran con orgullo sus colecciones.

Una colección es más que una compilación de objetos, es un reflejo del alcance de una pasión. Cuando se trata de una colección de Porsche, las historias de superación, pasión por las carreras y amor por el mundo del automóvil son infinitas. Si no hay dos Porsche iguales, desde luego que cada colección de deportivos Porsche va a ser única.

En esta tercera parte de nuestra serie “Cumpliendo sueños, coleccionando Porsche” las colecciones son tan distintas entre ellas cómo se diferencian unos de otros sus respectivos dueños. Y sin embargo, ambas comparten la esencia de Porsche más pura: la de hacer realidad los sueños.


La colección de clásicos en su estado original

El coleccionista belga Johan-Frank Dirickx posee una colección de alrededor de 50 modelos de Porsche. Todos ellos reflejan la filosofía propia de su colección que consiste en la creencia de que un coche debe conservar su estado original, con la pátina correspondiente, o reconstruirse perfectamente.

Aún puede rememorar la conversación con su abuelo que marcó para siempre su pasión por Porsche y, en definitiva, su vida. Johan-Frank Dirickx recuerda que su abuelo tenía un deportivo británico con el que no estaba muy contento con su uso en el día a día. Por lo que éste se planteó cambiar de marca, decisión en la que quiso involucrar a su nieto. "Dime, Johan, ¿qué coche me compro?". Jim Delwiche miró fijamente a su nieto de diez años y le planteó la cuestión: "¿un Porsche o un Corvette?".

Así, su abuelo se dejó llevar por la pasión y excelencia de Porsche, confiando en la intuición de su nieto comprando un Targa S de 2 litros. Después, adquirió un 911 S de 2.2 litros y luego un S de 2.4 litros. Sin embargo, no fue hasta que añadió un Carrera RS 2.7 amarillo brillante que Johan se convirtió definitivamente en un apasionado de los 911. 

A los 18 años, Dirickx pudo cumplir su sueño y comprarse su primer 911, un Porsche 911 T de segunda mano que tuvo que revender, ya que el presupuesto no le alcanzaba para la restauración. Por suerte, podía seguir disfrutando de los Porsche de su abuelo. 

A los 33 años se volvió a comprar un 911, esta vez ya para conservarlo, un RS 964 en color Ruby Star. Una auténtica joya automovilística y un icono. Las dos letras RS eran importantes, ya que las rutas con el RS 2.7 de su abuelo habían sido la base de la admiración de Dirickx por la construcción ligera. Actualmente, la colección destaca sobre todo por las versiones RS y el belga ha cumplido su plan de poseer todos los modelos RS refrigerados por aire, salvo el IROC RSR, incluidos dos 911 SC/RS, de los que solo se fabricaron 20 ejemplares. En concreto, tiene en su poder dos codiciados ejemplares, uno de los cuales es muy exclusivo: la versión básica para homologación del RS 2.7. En su amplio garaje, perfectamente ordenado gracias a soportes especiales, también se pueden encontrar dos 911 Turbo 930 en perfecto estado: un 3.0 y un 3.3. Además, sin duda la estrella de la colección de Johan es un 911 R blanco de 1967 del que solo se fabricaron 20 unidades. 

Por supuesto, Dirickx también tiene modelos de Porsche refrigerados por agua. Como un 911 GT3 RS 996 o el 935 de 2019, cuya carrocería emula al 911 de carreras de finales de los 70 bautizado como "Moby Dick". 

 

Deportivos y lámparas de lujo

Régis Mathieu, nacido en Marsella en 1971, es un famoso diseñador de objetos luminosos cuyos trabajos se encuentran en algunos de los edificios más famosos del mundo. Además, posee un pequeño taller al sur de Francia donde fabrica magníficas lámparas de araña para clientes de todo el mundo. Mathieu se dedica con devoción a este oficio centenario y también a su otra gran pasión, su colección de deportivos Porsche.

En la región de Francia conocida como le pays des lumières du paradis, el paraíso de la luz y el color, Luberon, Régis Mathieu dirige su taller de fama mundial en la localidad de Gargas. Es en esta antigua granja, convertida en el prestigioso lugar de trabajo del artesano, donde Mathieu ha creado un museo para su colección. En las salas anaranjadas del museo de Mathieu en Gargas, vehículos raros de Zuffenhausen brillan junto a cristales de Luis XIV y Madame de Pompadour. 

Entre los deportivos hay varios modelos únicos difíciles de encontrar, como un Porsche 904 Carrera GTS de 1964, un 356 Speedster, un 911 RS 2.7 y un 718 RSK. La pasión de Mathieu por Porsche comenzó cuando apenas pasaba la mayoría de edad al adquirir su primer 356 C. Ferviente coleccionista, se concentra exclusivamente en los deportivos que fueron diseñados bajo las órdenes de Ferdinand, Ferry o F. A. Porsche, ya que, para nuestro artesano de lujo significa mucho que tu nombre aparezca en los productos que creas.

Cuando a los 19 años, compró su 356 Speedster, ya estaba también fabricando el sueño de la empresa que hoy en día posee. Recuerda la importancia de este coche para él,cómo lo conducía todos los días al trabajo cuando estaba construyendo la empresa. Aunque trabajaba muy duro y aún no había ganado nada, me sentía afortunado, porque desde la mañana hasta la noche estaba rodeado de todo lo que le hacía feliz.

Mathieu descubre su pasión al hablar de su colección de Porsches. Siente que todos sus coches son especiales por las historias que guardan detrás. Nunca vendería ninguno de ellos, y menos su Speedster. Incluso, Mathieu espera que su hijo siga sus pasos, no necesariamente para hacerse con el Lustrerie, sino con la colección de Porsche.

El artesano francés desde hace año hace alusión a su excepcional mente creativa al unir ambas pasiones. En 2010, Mathieu empezó a organizar exposiciones con elegantes combinaciones de coches y lámparas de araña. Por ejemplo, Méduse, una gigantesca araña de bronce con forma de medusa cuyos tentáculos se iluminan desde dentro y están cubiertos de preciosas ágatas, cuelga sobre un 718 RSK plateado no menos imponente, uno de los treinta y cinco que se han construido. Mathieu lo buscó muy deliberadamente, porque quería disfrutar del coche como conductor y exhibirlo como artista. Cuando cae la noche, las salas de color rojo anaranjado de la antigua fábrica ocre se iluminan con cientos de pequeñas llamas de LED, inventadas por él mismo, que se reflejan en el cristal con sus siglos de tradición y bailan sobre el chasis pulido del Porsche.