El Porsche 911 T que renació cincuenta años después de salir de fábrica
El proceso de restauración de un clásico es una auténtico trabajo de artesanos y una verdadera prueba de amor hacia Porsche.
Cuando salió de fábrica en 1973, este 911 T cruzó el charco hasta los Estados Unidos. Varias décadas más tarde, volvía a recorrer el camino a su hogar una vez más para ponerse en manos de los expertos de Porsche Classic. Un modelo F del último año de fabricación que ahora, a pesar de tener 50 años, luce mejor que el primer día.
En septiembre del año 1963, Porsche presentó el que se convertiría en su modelo más icónico y reconocible. El sucesor del Porsche 356 llegaba al Salón del Automóvil de Fráncfort como el 901, que más tarde pasaría a llamarse 911. Un modelo cuyas primeras generaciones se cotizan como si de obras de arte se tratasen. Uno de sus modelos más apreciados es el 911 T que se fabricó desde el año 1968 a 1973.
El “Touring” se presentaba como un nuevo modelo básico de la serie 911 y es uno de ellos el protagonista de esta historia. Porsche Club of America quería sortear por primera vez en su historia entre todos sus socios un clásico completamente restaurado. El elegido fue un 911 T encontrado en Los Ángeles que nadie imaginaba que podría vivir de nuevo la gloria que vivió en los setenta. La razón: haber pasado por el taller de Freiberg am Neckar, a 15 kilómetros de Zuffenhausen, y recuperar el brillo que lucía en el año 1973 cuando salió de la fábrica cercana.
Apenas se sabe nada sobre su pasado, pero antes de la restauración sí estaba claro que el tiempo había dejado su impronta en él, y el equipo se encontró con que algunas piezas no eran originales de Porsche. Ahora, tras un largo trabajo, todo vuelve a ser 100% Porsche.
Con un motor bóxer de 6 cilindros refrigerado por aire y una cilindrada de 2,4 litros, este deportivo contaba con una potencia de 140 CV a 5.600 rpm que alcanzaba una velocidad punta de 205 km/h. Una estilizada carrocería que aún se mantenía y una combinación clásica en sus tonalidades, con un color plata en el exterior, y negro en su interior.
Cuando el coche llegó al taller, fue sometido primero a una inspección para evaluar posibles daños y para averiguar si todo lo que forma parte ahora del deportivo, lo hacía en 1973. El primer paso fue colocarlo en el banco de enderezado y que el armazón de acero macizo diseñado en los años 60 para la medición de la carrocería del 911, inspeccionara cada milímetro. Si la forma original había variado, se vería.
Una doblez de la parte delantera y una variación delante a la izquierda de diez milímetros. Era más alta. También la parte trasera tenía una deformación de nueve milímetros, y de doce en el brazo triangular de la parte delantera. Ahí fue cuando se confirmó que este 911 T sufrió un accidente en la parte delantera izquierda. Quizá compitió y ese recuerdo se esconde bajo la piel de este deportivo icónico.
Cuando se restaura un coche de estas características, el objetivo es que todo lo que tenga el coche sea original de Porsche. Por eso, se retiraron todas las piezas ajenas para dar con los elementos que aún hubieran sobrevivido y que pertenecían al deportivo que salió de fábrica en los setenta.
Muchos elementos se desecharon, como un spoiler frontal casero o el capó del maletero que era de un 911 posterior. Las aletas delanteras, las piezas laterales traseras y las llantas norteamericanas con neumáticos sobredimensionados, se eliminaron. Quedó la carrocería limpia y lista para el siguiente paso, el baño de desesmaltado. Tras él, sale a la luz todo aquello que daba forma y equilibrio al 911 en sus inicios. La carrocería en bruto, en su estado original.
Cuando se ha dejado solo aquello que salió de fábrica en 1973, se completa con soldadura y piezas realizadas a mano. Todo siguiendo exactamente las medidas de antaño, usando materiales que ya se usaban en el 356, como el estaño. Se rellenan huecos, se unen piezas y se completan líneas.
Pero además de la carrocería y la parte más estética del vehículo, es necesario cuidar el interior. La caja de cambios manual de cinco velocidades, por ejemplo, llevaba 37 años funcionando en este 911 y aunque los productos de Porsche siempre han sido de altísima calidad, el tiempo y el uso provocan un desgaste más que justificado en este tipo de piezas.
Con una carcasa ligera de filigrana con nervios grabados para la refrigeración del refuerzo, la caja de cambios fue meticulosamente limpiada, como lo haría un relojero con el mejor Tag Heuer. Como con los relojes, la limpieza se hizo a mano. Se utilizó un pequeño cepillo de latón para evitar dañar la superficie de magnesio. Los restos de corrosión, suciedad ambiental y desechos de los pájaros que habían anidado en el suelo del 911, se eliminaron con destreza y paciencia. Mucha paciencia.
Después de limpiarla concienzudamente, se descartaron todas las piezas con síntomas claros de desgaste, como la segunda marcha con su piñón libre, el cuerpo sincronizador o manguito de cambio. Un dato curioso: para el montaje de las piezas que sustituirían a las eliminadas, los mecánicos utilizaron herramientas con 40 años de historia que sólo Porsche posee.
La restauración de un coche de estas características es un trabajo que requiere sentido de la proporción, paciencia y tacto, especialmente en el motor porque es posible que llevar parado tantos años haya hecho mella en sus capacidades. Los expertos estiman que en su larga vida, de más de una treintena de años, ha recorrido apenas 160.000 km. No es el movimiento lo que ha dañado el motor, precisamente lo contrario. Lo que más daño le ha hecho ha sido el largo periodo de inactividad.
Cuando se restaura por completo un motor en Porsche Classic se sustituyen todas las cadenas de distribución, los cojinetes, las juntas y las correas por piezas originales Porsche nuevas. En el 911 T se sustituyó además el sistema eléctrico, las bujías y los cables de encendido. Otras tantas fueron reparadas, como la bomba de inyección mecánica, el distribuidor de encendido, el alternador y la unidad de mando HKZ.
Una vez listo, y como si se tratase de una operación a corazón abierto, toca volver a ensamblar todo, para lo que los expertos vuelven a recurrir a las antiguas herramientas y a fotos originales para que no se les escape ningún detalle.
El coche está listo, pintado de nuevo con los colores originales, con el motor funcionando a la perfección y el interior volviendo a evocar el encanto de los años 70. “Revivir la pasión”, la campaña común del Porsche Club of America (PCA), la asistencia de los Clubes Porsche y Porsche Classic, se ha completado, y Bud Kibbee se convirtió en el afortunado que se hizo con el vehículo tras el sorteo. A sus 85 años podría conducir el 911 T en California.
El Porsche 911 T Coupé en su versión estadounidense y fabricado en 1973, volvía a estar lleno de fuerza. Completamente restaurado a su estado original, ahora por fin se puede apreciar su depurada línea. El Porsche ha recuperado su forma y fondo, y se ha amplificado su belleza. Esbelto y deportivo. Como en 1973. Como siempre.