La historia oculta del Porsche 911 GT3, el deportivo para los pilotos más exigentes
En el año 1999 Porsche presentaba al mundo una máquina pensada para dejar atrás a todos sus competidores. La versión de carretera de un coche de circuito. El alma de una bestia de carreras en un deportivo apto para el más exigente de los pilotos: el Porsche 911 GT3.
Inicialmente pensado como el sucesor del mítico Porsche 911 Carrera RS 2.7 “cola de pato” que nos enamoró en los años setenta, este coche basado en la quinta generación del 911, el llamado 996, contaba con un motor bóxer de seis cilindros, atmosférico y refrigerado por agua de 3.6 litros. Alcanzaba los 360 CV de potencia. Un motor que ya en el 911 GT1 hizo historia en Le Mans ganando en su debut en 1996.
El 911 GT3 mantenía un cambio manual de seis marchas que con los años se convertiría en una de las señas de identidad de este nuevo modelo, y que heredó del GT2.
El motor M96/72 "Mezger", llamado así en homenaje a Hans Mezger, el ingeniero que lo ideó, siguió formando parte de los GT3 hasta el 911 GT3 RS 4.0, y terminó desapareciendo con la generación 991. Aunque alguna de las nuevas generaciones contaba con cambio PDK, el modelo de 2018 recuperó la caja de cambios manual, que unida a la tracción trasera y un motor bóxer atmosférico, suma tres rasgos característicos que hacen de los Porsche 911 GT3 una joya para los pilotos más tradicionales y amantes de la conducción más clásica.
En veinte años de historia, el Porsche 911 GT3 sigue siendo un coche de carreras que puede conducirse en carretera, pero el 80% de los 911 GT3 siguen siendo pilotados en circuitos. Como ocurrió con el 911 carrera 2.7 RS de 1972, este modelo a caballo entre un deportivo y un coche de carreras, es la herencia perfecta de la tradición deportiva de Porsche.
En cuanto a la carrocería, la base del Porsche 911 GT3 es la del Carrera 4, más ancho en la parte trasera y que le proporciona unas líneas más robustas y firmes, que unidas a una carrocería más ligera con paneles de plástico y fibra de carbono y un alerón trasero ajustable también de fibra de carbono le aportan esa increíble velocidad punta que le permite a día de hoy alcanzar más de 318 km/h. El último modelo, un seis cilindros bóxer de 4.0 litros, atmosférico y 500 CV de potencia, reúne potencia necesaria para infringir miedo a sus adversarios en los circuitos más exigentes.
Pero el dato más curioso de la velocidad de esta bestia nace de una de las anécdotas más increíbles y singulares de la historia de Porsche. Al igual que ocurre con otros muchos coches de diferentes marcas, el Porsche 911 GT3 tenía en 2015 varios competidores claros, como el Honda NSX Acura o el el McLaren MP4-12C.
Cuando Honda realizó el benchmarking de su nuevo modelo en el año 2015 para comparar la fiabilidad de su nuevo coche con su competidor más claro y analizar de primera mano todas sus prestaciones, ocurrió algo inusual y que da fe no solo de la calidad del Porsche 911 GT3, sino también del sentido del humor de los ingenieros alemanes de nuestra marca.
Tras la compra de Honda de uno de los Porsche 911 GT3 por parte de un tercero, para mantener la confidencialidad en este tipo de prácticas clásicas para su testeo en circuito, el comprador misterioso recibió un comunicado de la marca de Stuttgart. El vehículo debía ser enviado al taller de nuevo para revisar un fallo en el motor.
El Porsche 911 GT3 que Honda había adquirido de forma anónima regresó a la fábrica alemana para su escrutinio y la solución del error. Pero al revisar los datos registrados por la centralita del coche, al igual que hicieron con el resto de los coches de ese modelo que llegaron a Stuttgart, los ingenieros de Porsche descubrieron que ese en concreto había alcanzado los 328 km/h. Su motor había sido puesto a prueba de una forma que exprimió al máximo sus capacidades.
Contando con que esa generación del Porsche 911 GT3 tenía un límite máximo oficial de sólo 310 km/h, el rompecabezas solo podía tener una solución: el coche misterioso había sido adquirido por Honda para el benchmarking de su nuevo modelo.
La respuesta de los ingenieros de Porsche no se hizo esperar. Cuando Honda recuperó el GT3, éste tenía un mensaje oculto para la marca japonesa. “Buena suerte Honda, de parte de Porsche. Nos vemos en el otro lado”. El mensaje rezaba sobre el nuevo motor, oculto tras el capó del coche y solo visible para los ingenieros que estaban analizando el coche alemán.
Un gesto curioso que demostró que Porsche no solo es una marca con historia, sino también una con un sentido del humor elegante. Como si le propusiera un reto, el mensaje lanzaba el guante a Honda, sin miedos y retando a superar al Porsche 911 GT3. Y es que con tanta potencia y con los resultados que había dado el coche en la exigente prueba a la que Honda le había sometido, el doble sentido de ese mensaje era claro: atrápanos si puedes.