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Los sueños del padre, los cumplirá el hijo

El legado de un padre son sus hijos, el del ingeniero Mezger fue también dejar su huella en la Historia de Porsche. Tras su fallecimiento, su hijo Oliver quiso honrar su memoria cumpliendo su último sueño: devolver a la carretera a su 911 Carrera 3.0

Todos conocen cómo la Historia de Porsche comenzó con un sueño, el de Ferry Porsche de fabricar y así poder tener un deportivo que cumpliese con todas sus expectativas. Y también es bien sabido que desde entonces nuestra Historia se ha ido tejiendo con sueños de aquellos que tenían miedo de ganar la carrera de su propia vida.

 

Así, grandes soñadores como el diseñador e ingeniero Hans Mezger, nos regalaron a todos en general y al mundo del motor en particular, obras maestras como el Porsche 917, del que se le considera padre y con el Porsche ganó su primer Le Mans. 

Más allá del 917, Hans Mezger era la autoridad absoluta en motores de Porsche. Desarrolló el bóxer de seis cilindros refrigerado por aire del 911 e introdujo el turbo en las carreras y luego en la producción en serie. Y lo hizo con gran éxito, como demostraron Niki Lauda y Alain Prost, que se convirtieron en campeones del mundo de Fórmula 1 con el afamado propulsor TAG Turbo.

Mezger diseñaba deportivos Porsche y también los disfrutaba en la carretera. En octubre de 1979, Mezger se compró un 911 Carrera 3.0 en blanco Grand Prix, que había sido utilizado previamente como vehículo de pruebas en Weissach y que conservaría para el resto de su vida, pero que lamentablemente tuvo que dejar de conducir en 2008 por una incidencia en los permisos de matriculación del deportivo como vehículo clásico. No obstante, su hijo Oliver Mezger, para honrar la memoria de su padre consiguió que el Porsche volviera a rodar por la carretera. 

Oliver aún se acuerda de cómo escuchaba a su padre llegar en su 911 a casa. El hogar familiar estaba situado en lo alto de la colina y Oliver Mezger recuerda que, los días que Hans volvía más tarde de trabajar, su hijo, aún despierto en la cama, solo necesitaba el sonido del motor bóxer de seis cilindros para conciliar el sueño y cómo caía rendido antes de que su padre terminara de subir la cuesta. 

Hans Mezger inculcó a sus hijos la pasión por el Motorsport y más en concreto por Porsche. Por ejemplo, Oliver recuerda con emoción el día que su padre compartió con él los análisis de resultados en el banco de pruebas y sus visitas a la mismísima pista de pruebas de Weissach. Y es precisamente así como Mezger consiguió su Carrera.

En aquellos días Porsche vendía todos los automóviles que se habían utilizado para las pruebas de desarrollo. El Carrera 3.0 de 200 CV se condujo por primera vez en la vía pública, con matrícula de vehículo de prueba, en abril de 1977. Tenía 27.540 kilómetros cuando Mezger lo compró, no obstante, cuando lo recibió se le instaló un nuevo odómetro con el kilometraje puesto a cero. Cuatro décadas después, el coche tan solo ha recorrido otros 10.601 kilómetros, como siempre tenía entre manos un 911 moderno, apenas recorría unos pocos cientos de kilómetros en su Carrera 3.0 blanco cada año.

Cuando hacía buen tiempo, Hans Mezger solía conducir regularmente su 911 Carrera 3.0 en salidas por los alrededores de Stuttgart. Uno de sus planes favoritos era ir hasta la casa señorial ubicada junto al lago del castillo de Monrepos, donde solía detenerse para tomar una taza de café. 

Sin embargo, en octubre de 2008, Mezger tuvo problemas para obtener la matrícula de vehículo clásico porque el Porsche se había utilizado como vehículo de pruebas en Weissach desde abril de 1977, pero hasta agosto de 1979 no se había emitido un certificado completo para el registro regular. Esto le pareció extraño a la agencia de inspección técnica, que inicialmente se negó a emitir la placa. Klaus Bischof, Director del Museo Porsche en ese momento, escribió un comunicado explicando la situación para ayudarlo. Como anécdota, incluyó lo siguiente en su carta: “Por cierto, Hans Mezger es también el Diseñador Jefe del motor del 911”.

En una de las últimas entrevistas que dio antes de su muerte en 2020, Mezger habló sobre cómo quería que su 911 volviera a la carretera pronto. Apenas quedaban algunos asuntos menores que debían ser reparados debido a que el coche no se había conducido durante varios años. Lamentablemente, Mezger nunca llegó a ver el trabajo terminado. Pero su hijo, Oliver Mezger, para honrar su memoria en el primer aniversario de su muerte, le devolvió  la vida a aquel 911. “El coche quedará en manos de la familia y se conducirá en ocasiones especiales. Con él, iré a ver a mi padre al cementerio y definitivamente haré un viaje al Museo Porsche en su honor”, contaba en una entrevista. “Tal vez algún día incluso lo lleve a Zell am See”. Cumpliendo así el hijo, los sueños del padre.

Zem am See es un lugar especial para la familia Mezger, ya que solían ir allí a veranear todos los veranos viajando en el 911. Oliver aún recuerda el sonido del bóxer refrigerado por aire rebotando y amplificando su sonido en las paredes de granito de los antiguos túneles, era la señal de que solo quedaban 5 minutos para llegar a su destino.