Porsche también se teje de los sueños de las porschistas desde antes incluso de ser...
Pedro Rodríguez, piloto y amante de Porsche
Pedro Rodríguez es considerado el mejor piloto mexicano de la historia del automovilismo, y todo lo avalan sus numerosas victorias en solo 8 años. Pero si Rodríguez era bueno, con un Porsche 917 KH entre manos era mejor.
En el automovilismo han surgido muchos grandes talentos a lo largo de los años. Entre tanto talento destaca un hombre. Uno que hizo historia. Pedro Rodríguez. El piloto mexicano dejó una huella imborrable en este deporte, y en su carrera Porsche estuvo más que presente.
Nacido el 18 de enero de 1940 en Ciudad de México, Pedro Rodríguez de la Vega vivió desde niño la pasión por el motor gracias a su familia. Era el segundo de cinco hermanos, y pronto se descubrió que tenía un talento innato para la velocidad y la competición al igual que su hermano Ricardo. En 1960, Ricardo tenía 18 años y 133 días cuando subió al podio de las 24 Horas de Le Mans en el segundo puesto. Aún es el piloto más joven en haberlo conseguido. Como él, Pedro comenzó con las carreras de motos pero pronto se pasó a la que fue su pasión durante toda su vida, los coches.
Con la suerte de haber nacido en una familia con posibilidades económicas, su padre, Pedro Natalio Rodríguez, financiaba sus numerosas carreras impulsado por las impresionantes habilidades que veía en su hijo. No se equivoca. Pedro Rodríguez es considerado el mejor piloto mexicano de la historia del automovilismo, y todo lo avalan las cifras: una victoria en las 24 Horas de Le Mans, cuatro victorias absolutas en las 24 Horas de Daytona, once en el Campeonato Mundial de Resistencia y dos victorias y siete podios en la Fórmula 1 que lograba entre 1963 y 1971. En solo ocho años.
Su primera incursión en el automovilismo fue al regresar de los Estados Unidos y tras pasar un tiempo en un internado militar. La Bahamas Speed Week que se celebró a finales de 1957 y corriendo en el Nassau Trophy con un Ferrari 500 TR entre sus manos, fue solo el inicio de su corta pero intensa carrera profesional. Rápidamente llamó la atención por su habilidad al volante. Su destreza y determinación lo llevaron a competir en diversas categorías hasta convertirse en una auténtica leyenda del automovilismo.
Conocido como ‘Ojos de Gato’ por su habilidad para correr de noche y con lluvia, Pedro Rodríguez alcanzó la cima de su carrera con las carreras de resistencia. En 1967 se hizo con la victoria en las 24 Horas de Daytona junto a su compañero de equipo, Lucien Bianchi. Sus mejores años comenzaban. Participó 14 veces las 24 Horas de Le Mans y en 1968 y 1969 se consagró como campeón de la competición junto a su compañero Leo Kinnunen. Esta victoria no solo fue histórica para Rodríguez, también para México ya que se convirtió en el primer piloto mexicano en ganar esta carrera.
Pedro Rodríguez y el Porsche 917 KH
Pero si Rodríguez era bueno, con un Porsche 917 KH entre manos era mejor. En las 24 Horas de Daytona de 1970, el mexicano compartió el 917 inscrito por el equipo John Wyer Automotive Engineering con el finlandés Leo Kinnunen y con el inglés Brian Redman. Con un motor bóxer de 12 cilindros y 565 CV de potencia, Rodríguez se sentía con el Porsche 917 KH como pez en el agua. Tanto que inició la carrera y no se bajó hasta el cuarto repostaje y ya cuando ocupaba el primer lugar.
La noche fue completamente suya cuando condujo durante toda la noche haciendo honor a su apodo de ‘Ojos de Gato’ y ampliando aún más la diferencia con sus rivales que había dejado en manos de Kinnunen en el anterior cambio. A las siete de la mañana y después de conducir durante doce horas seguidas, Rodríguez dejó el 917 a Redman. Le dolían las manos y la izquierda estaba en carne viva. El pie derecho también estaba tocado por el calor de la rueda derecha que se transmitía a la cabina. Pero el dolor no le hizo desistir y regresó de nuevo a los mandos del 917.
Hablar de carreras de resistencia es hablar de Pedro Rodíguez. El mexicano condujo casi 20 de las 23 horas que el Porsche 917 estuvo rodando en la pista de la Florida. Dio 600 vueltas él solo. Cruzó la línea de meta imponiendo un nuevo récord de distancia con 4439 kilómetros y 279 metros y una velocidad promedio de 184,859 km/h. El segundo puesto también fue para un Porsche, pero unos impresionantes 275 kilómetros le separaban de Rodríguez, que marcó una impresionante carrera en Daytona.
En esa temporada también se impuso en los 1000 km de Brands Hatch y Monza, las 6 Horas de Watkins Glen, fue segundo en la Targa Florio con el 908-3 y un piloto fundamental para que Porsche se hiciera con el primer Campeonato Mundial de Marcas ese mismo año.
En 1971, y de nuevo con el 917 KH que le acompañó en el triunfo, volvía hacerse con la victoria en las 24 Horas de Daytona compartiendo el Porsche 917 KH con el inglés Jackie Oliver. Esta vez la carrera fue mucho más dramática después de que la transmisión del 917 se atascara en una marcha alta. El reglamento de la FIA no dejaba cambiar la caja de cambios por una nueva, tenía que ser reparada a solo tres horas de terminar la competición.
La reparación duró 92 eternos minutos, tiempo más que suficiente para que el Ferrari de Ronnie Bucknum y Tony Adamowicz se colocara en primera posición. Cuando el 917 estuvo listo para volver, Rodríguez solo necesitó 33 minutos para recuperar ese primer puesto y conseguir así la victoria de las 24 Horas de Daytona por segundo año consecutivo.
Su estilo de conducción agresivo, combinado con una habilidad técnica absolutamente excepcional, hacían de Pedro Rodríguez un piloto único en su especie. Verle conducir era hipnótico, casi mágico.
Lamentablemente, la carrera de Pedro Rodríguez fue interrumpida de manera trágica y muy prematura cuando el domingo 11 de julio de 1971, y durante las 200 millas de Norisring. Tenía 31 años y este accidente en la Interserie en Núremberg dejó un vacío en el mundo del automovilismo y en el corazón de millones de seguidores de todo el mundo. Un icono, un símbolo de pasión y una leyenda. Así fue Pedro Rodríguez, y así se le recordaremos siempre.
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