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Porsche 911 Turbo 3.0, icono de Stuttgart

A partir del año 1975, la familia del Porsche 911 cuenta con un nuevo integrante, el 911 Turbo 3.0. Esta variante se incluye en la segunda generación del 911, siendo un vehículo especialmente potente y veloz debido a la turboalimentación de los gases de escape.

Con 260 CV de potencia y un motor de 3.0 litros, es uno de los modelos más destacados y carismáticos de la serie 911. Su fabricación original fue realizada entre 1975 y 1977, tras lo que distintas modificaciones fueron desarrolladas en 1978 hasta 1989 incluyendo el Turbo 3.3 y las versiones Targa y Cabriolet, siendo la generación más longeva del modelo.

Como ya sabemos, Porsche utiliza desde sus inicios hasta la actualidad, la investigación y desarrollo de sus vehículos de carreras y competición para posteriormente adaptarlo a los deportivos que circularán por las calles y carreteras.

En este caso, desde finales de los años 60, Porsche venía realizando pruebas con la tecnología turbo, comenzando en 1972, a implementar esta tecnología en el famoso modelo 911.

Una de las principales causas de ello fue la normativa de la FIA. Regulaba que para inscribirse en el grupo 4 y 5 de vehículos de carreras debían de tratarse de automóviles destinados a la producción y tener una disponibilidad de compra para particulares.

Para 1976 las normativas de la FIA iban a ser aún más restrictivas ya que requerían que al menos 400 unidades se produjeran en serie en 24 meses para poder inscribirse en el grupo 4. Los vehículos del grupo 5, tenían que ser automóviles derivados de vehículos homologados del grupo 4.

Por lo tanto, Porsche desarrolla el modelo 934 para el grupo 4, quedando para el grupo 5 el Porsche 935, conocido por ser uno de los vehículos de carreras más exitoso de la historia.

El Porsche 935 influye determinantemente en la producción final del Porsche 911 Turbo 3.0. El Porsche 911 Turbo se comienza a producir para cumplir con las homologaciones requeridas por la FIA, presentándose en el Salón del Automóvil de París de 1974. La fabricación en serie comienza en 1975, pero rápidamente se convierte en un objeto de deseo por coleccionistas y entusiastas del motor y se superan en seguida las 400 unidades necesarias para su homologación.

El vehículo utiliza un único turbocompresor KKK adaptado al motor del Carrera RS 3.0 que permite una aceleración de 0 a 100 km/h en aproximadamente 6 segundos.

Para garantizar que toda la potencia que proporcionaba el motor con turbocompresor fuera aprovechada al máximo por el vehículo, se realizaron también cambios en la geometría de la suspensión que lidiaba con ruedas y ejes más anchos, así como en la caja de cambios (que se mantuvo en 4 velocidades con un embrague muy resistente).

De igual manera, el alerón tipo Whale Tail o  “cola de ballena” ensanchado y plano define al vehículo, pero además ayuda a crear esa aerodinámica y estabilidad necesaria para alcanzar altas velocidades y facilita la refrigeración del motor trasero.

Es destacable también que se cambiaron los parachoques delantero y trasero a los que se añadieron fuelles negros, que le dan ese característico toque que embellece la forma del vehículo.

Todo lo anterior, es lo que nos devuelve al cartel publicitario en concreto. Se trata de la publicidad tributo en la que podemos ver la cercanía en cuanto al parentesco que el 911 Turbo 3.0 mantiene con el 935 en cuanto a las formas.

La anchura mayor del eje trasero y la sobredimensión de las ruedas del vehículo es algo característico del modelo y que permite que aumente el agarre y la estabilidad, consiguiendo una mayor eficiencia.

Se trata de un cartel sobrio realizado en colores fríos, en el que el vehículo de tonalidad dorada destaca sobre el fondo negro, acompañado del lema “Nothing even comes close” en gris oscuro. El texto, original de 1977 recalca la cercanía entre los vehículos de competición de Porsche y los destinados a ser fabricados en serie.

Hoy en día, esta cercanía se mantiene ya que Porsche continúa con la aplicación de las técnicas novedosas utilizadas en las carreras para su posterior utilización en los vehículos comerciales. Prueba de ello es el uso de la tecnología híbrida en el 919 Hybrid ganador de Le Mans.