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Porsche 956 C
Porsche racing
historia

Porsche 956 C: La aerodinámica al servicio de Le Mans

¿Un vehículo de carreras capaz de circular por el techo a 300 km/h? Esto es lo que cuenta la leyenda acerca del Porsche 956 C. Realmente, nunca se llegó a comprobar, pero gracias al trabajo de aerodinámica desarrollado por la marca alemana y al conocido como “efecto suelo”, ésta conducción al límite de las leyes físicas que desafía la ley de la gravedad, sería posible de realizar. Newton tendría dolores de cabeza al pensar en ello.

Pero antes de todo, veamos cómo era esta maravilla de la tecnología. Si citamos al Porsche 956 C, hablamos de un vehículo sport prototipo del grupo C, construido por Porsche en el año 1982 para competir en el World Sportscar Championship.  En un principio, el cambio en el modelo se produce debido a las nuevas regulaciones establecidas por la FIA para la categoría C de vehículos. Estas normativas solicitaban por ejemplo, que el peso de los vehículos fuera de un mínimo de 800 kg, restricciones en la anchura, que su altura fuera como mínimo de un metro y limitaciones en el depósito de 100 L sumado a una media de consumo de combustible estuviera en torno a los 60 L por cada 100 km, entre otras nuevas normas.

Por lo tanto, este prototipo, que venía desarrollándose desde 1981, sustituyó a los laureados Porsche 936 Spyder, que venían de obtener triunfos en Le Mans en los años 76, 77 y 81. El encargado de cumplir con el proyecto fue el ingeniero encargado de vehículos de competición Norbert Singer, que como veremos, puso a su equipo a trabajar con especial hincapié en la aerodinámica para lograr velocidades de infarto. ¿Qué hizo para lograrlo? Básicamente, incorporó los elementos necesarios para adaptar el vehículo y aprovecharse del “efecto suelo”, que ya venía desarrollándose en la Fórmula 1. La forma de la parte inferior y los bajos laterales, generaban una presión que suponía una mayor adherencia del vehículo con la superficie de asfalto. Funcionaba como si de un imán se tratase, “a grosso modo”.

Este vehículo debido a la limitación en la potencia, incorporaba un motor 2.6  con doble turbocompresor, de 4 válvulas por cilindro y con sistema de refrigeración mixta, tanto aire como agua, que fue heredado de su predecesor en la victoria, el  Porsche 936 Spyder.

Vídeo del Proyecto C de Porsche

Pero quizás, uno de los factores más importantes para los numerosos triunfos de este vehículo, fue que el chasis que incorporaba, ya que supuso el primer chasis monocasco fabricado en aluminio por Porsche, que obtenía una rigidez un 80% mayor que el chasis del 936.

De manera que, en 1982,  Porsche acude al circuito de Le Mans con tres 956, patrocinados por la marca de tabaco Rothmans. Ese año, supuso que la marca de Stuttgart copase los tres puestos del podio con este nuevo prototipo. La medalla de oro fue para el vehículo conducido por Jackie Ickx y Derek Bell, la medalla de plata, para el conducido  por Jochen Mass y Vern Schuppan mientras que la medalla de bronce fue para Al Holbert, Hurley Haywood y Jürgen Barth.

Debido a este éxito, en 1983, se inscribieron en total once Porsche 956, debido a que la marca alemana vendió varios modelos a particulares como New-Man Joest Racing, Richard Lloyd Racing, Kremer Racing, Brum Motorsport o John Fitzpatrick Racing. De los once 956 que se inscribieron, dos tuvieron que retirarse, pero el resto menos uno (que acabó décimo), coparon las ocho primeras posiciones de la carrera. Impresionante cuanto menos. Los pilotos que ganaron la carrera fueron Al Holbert, Hurley Haywood y Jürgen Barth, seguidos de Jackie Ickx y Derek Bell, y de Mario y Michael Andretti y Philipe Alliot.

En el año 1983, el Porsche 956 C, logra además un hito que no ha podido ser superado en 35 años, pese a los avances de la tecnología para los vehículos de competición Este vehículo, logró el récord en tiempo de vuelta de los 1000 km de Nürburgring, siendo pilotado por Stefan Bellof, que consiguió cubrir los casi 21 km del circuito en 6 minutos y 11 segundos.

Tanto en 1984 como en 1985 encontramos sendos podios de Porsche, incluyendo en ambos años la medalla de oro para Klaus Ludwig, acompañado primero de Henri Pescarolo y posteriormente de John Winter y Paolo Barilla, con el equipo New-Man Joest Racing.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un vehículo de leyenda, al que deben mucho no sólo los vehículos de competición, sino la automoción en general, ya que su estela llega mucho más allá de los circuitos de carreras.