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Porsche 550 Spyder: un icono de la velocidad en Hollywood

El Porsche 550 Spyder solo se fabricó durante tres años, suficientes para que su estela marcase una impronta única en el mundo del automovilismo. Y suficientes también para enamorar al cine y convertirse en una auténtica estrella de Hollywood.

Podríamos decir que el Porsche 550 Spyder es una obra maestra de la ingeniería que ha dejado una huella imborrable en la historia del automovilismo deportivo y cada una de estas palabras serían ciertas. Llegaba en la década de 1950 y lo hacía como un elegante diseño de estilo atemporal que contaba con un impresionante rendimiento en la pista. Y es que el Porsche 550 Spyder fue el primer coche que Porsche fabricó ex profeso para las carreras. De hecho, se fabricó para participar en carreras de larga distancia y resistencia, donde gracias a su aerodinámica, su peso, y su potencia, pronto se granjeó el amor incondicional de muchos.


El Porsche 550 Spyder hizo su primera aparición en 1953 en el Salón del Automóvil de París, y desde el principio consiguió cautivar. Desarrollado con un enfoque claro en el rendimiento y la velocidad, Porsche hacía historia. Se desarrolló a partir del mítico Porsche 356 y su nombre nace de su peso, unos ligerísimos 550 kilogramos. 

La construcción del chasis del 550 Spyder, pionera en su época, es una de las razones de su ligereza. Su estructura usando un marco tubular de acero ligero, unido a su carrocería aerodinámica, su peso reducido y una mínima resistencia al aire, hacían de este deportivo un vehículo veloz y altamente maniobrable. La reducción del peso con respecto a su antepasado se conseguía además utilizando el salpicadero como elemento de carga de la carrocería y acoplando una cabina sencilla y sólida para el piloto.


Bajo el capó, el 550 Spyder esconde un motor bóxer de 4 cilindros y 1,5 litros de 110 CV  refrigerado por aire y situado en la parte trasera del vehículo, lo que facilitaba la distribución del peso y favorecía la potencia. Al tratarse de un modelo tan pequeño, se convertía en la pista en una auténtica bala.  

Durante su estreno en el circuito de Le Mans en 1953, el Porsche 550 Spyder se alzó con la victoria en la categoría de hasta 1.500 cm³. Después, en 1954 y 1955 volvía a hacerse con la victoria y en el último año, conseguía además el cuarto, quinto y sexto lugar de la general. El Porsche 550 Spyder estaba en el punto de mira de todos y era el rival a batir no solo en Le Mans, también en competiciones como la Carrera Panamericana en la que se hizo con la victoria en 1954.


Años más tarde llegaba el Porsche 550 A Spyder diseñado por Ernst Fuhrmann, y que para las 24 Horas de Le Mans de 1956 llevaba un techo a dos unidades para mejorar la aerodinámica. Ese mismo año, Porsche obtuvo su primera victoria general al más alto nivel internacional en la Targa Florio de Sicilia con un Porsche 550 A Spyder. Le apodaron “el matagigantes” porque llegó a alcanzar una velocidad máxima de 240 km/h en circuitos internacionales. 


Pero igual que triunfó en la pista, lo hizo fuera de ella gracias a su relación con el cine. James Dean, el primer estadounidense en comprar un Porsche 550, decidió comprar un 550 Spyder durante el rodaje de “Gigante”. Como el actor quería un coche único se lo personalizó George Barris, el que también preparó el Batmovil de Adam West, incluyéndole unos asientos con tela escocesa y el número 130 sobre el capó, además de dos tiras rojas en la parte trasera sobre las ruedas. Le apodó “Little Bastard” por la complejidad de su conducción. 


Pero no es por James Dean ni su trágico final por el que se convirtió en mito hace más de 60 años por lo que se haría un hueco en Hollywood, sino porque el Porsche 550 Spyder aparecería en numerosas películas.  


La primera de ellas fue "Rebelde Sin Causa" en el año 1955, protagonizada por James Dean, que consiguió que el deportivo se convirtiera en un símbolo de rebeldía y juventud, muy al estilo de la cultura de la época. También apareció en películas de suspense como "Atrapa a un ladrón" (1955), consiguiendo mimetizarse a la perfección con el clima que transmiten las películas del rey del suspense Alfred Hitchcock.

También apareció en "Espartaco" (1960) de Stanley Kubrick, y años más tarde en "Herbie Goes to Monte Carlo" (1977), parte de la exitosa franquicia "The Love Bug". En este caso el coche contó con un papel crucial en la trama, aportando velocidad y diversión a una competición automovilística. Francis Ford Coppola también lo incluyó en una de sus películas, "Drácula de Bram Stoker" (1992).

Gracias a su versatilidad para adaptarse a diferentes contextos y estilos cinematográficos, el Porsche 550 Spyder perdurará en el tiempo. Y no solo porque el cine es eterno, sino porque pocos coches han influido tanto en generaciones de automóviles deportivos como él. Es mucho más que un automóvil, es una obra maestra.


A pesar de su producción limitada y su enfoque en la competición, el legado del Porsche 550 Spyder ha conseguido ir más allá. Su diseño aerodinámico y ligero ha dejado una marca indeleble en la evolución de los deportivos y su historia en las carreras le han regalado un lugar especial en la memoria colectiva de los aficionados al automovilismo. 

Aunque el Porsche 550 Spyder ha encontrado su lugar en la cultura cinematográfica, su legado trasciende la pantalla, resonando en el corazón de los amantes de los automóviles clásicos.