El primer Cayenne vs. el Cayenne Electric: un salto de rendimiento de más del 350%
La evolución del Cayenne resume más de veinte años de ingeniería. Del primer Cayenne de 2002 al Cayenne Electric de 2025, el salto en potencia, aceleración y tecnología demuestra cómo Porsche transforma cada generación sin perder su carácter.
Aquel SUV de altas prestaciones demostró que un modelo con mayor altura, peso y habitabilidad podía comportarse con la precisión de un deportivo. Más de veinte años después, el Cayenne Electric vuelve a transformar lo que un SUV Porsche puede ser, esta vez desde una arquitectura completamente eléctrica y con cifras que hace dos décadas parecían inalcanzables. Comparar ambos modelos es observar cómo la ingeniería avanza sin perder el sentido original que definió al primer Cayenne: rendimiento, versatilidad y capacidad para ampliar el territorio Porsche.
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El Cayenne E1 de primera generación ofrecía un punto de partida sólido dentro del segmento SUV. Su versión de acceso desarrollaba 250 CV, y el Cayenne Turbo alcanzaba los 450 CV. En su nivel más alto, el Turbo S llegó a ofrecer 521 CV. Estas cifras situaban al modelo en la parte alta del mercado de 2002 y confirmaban que un SUV podía convertirse en un deportivo práctico. Aun así, si comparamos esos valores con las variantes actuales, el salto es extraordinario: la versión Turbo Electric del nuevo Cayenne desarrolla hasta 1.156 CV mediante Launch Control. Esto supone un incremento de más del 120% respecto al Turbo S de primera generación, y un aumento del 357% respecto al Cayenne básico de 2002. Incluso la versión de acceso del Cayenne Electric, con 408 CV, supera ya a la media de potencia disponible en toda la gama E1, incluidas muchas de sus variantes V8.

Las diferencias también aparecen en las aceleraciones. El Cayenne básico de primera generación aceleraba de 0 a 100 km/h en 7,2 segundos, una cifra muy competitiva para su época. La variante Turbo S reducía ese tiempo a 5,2 s, situándose entre los SUV más rápidos del momento. El Cayenne Turbo Electric, sin embargo, establece nuevas referencias: acelera de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos, y realiza el 0–200 km/h en 7,4 segundos. Este dato resume por sí solo dos décadas de evolución: el Cayenne Electric alcanza 200 km/h en prácticamente el mismo tiempo en el que el Cayenne E1 básico alcanzaba 100 km/h. Un salto de aceleración que supera el 100 % de mejora en la primera fase de velocidad y refleja el impacto del par instantáneo eléctrico y de los avances en tracción, gestión térmica y aerodinámica.

Las mejoras no se limitan al rendimiento. El primer Cayenne utilizaba motores de combustión tradicionales, depósitos de combustible de gran capacidad y una configuración destinada a ofrecer grandes distancias de viaje. El Cayenne Electric introduce una batería estructural de 113 kWh, refrigeración por ambos lados y una autonomía de hasta 642 km WLTP. Además, su potencia de carga alcanza los 400 kW, permitiendo recuperar del 10 al 80 % en menos de 16 minutos y sumar más de 300 kilómetros en apenas diez minutos. La recuperación energética alcanza los 600 kW, un valor impensable en 2002 y comparable al de tecnologías empleadas en competición eléctrica.

En el plano dinámico, el Cayenne E1 fue pionero. Su tracción total permanente, sus sistemas de control de estabilidad avanzados y su suspensión específica demostraron que un SUV podía mantener la filosofía Porsche en carretera. Con el Cayenne Electric, esa base se ha ampliado con una profundidad técnica inédita: Porsche Active Ride, suspensión neumática adaptativa inteligente, dirección en el eje trasero, aerodinámica activa y sistemas que gestionan la transferencia de masas con una precisión que supera con creces a cualquier configuración disponible en la primera generación.

El interior también ha transformado su nivel de diseño y funcionalidad. El E1 ofrecía un habitáculo sólido, ergonómico y orientado al confort, con materiales de alta calidad y una posición de conducción inconfundible. El Cayenne Electric añade un entorno digital con la pantalla curva Flow Display, volumetría ampliada, mayor distancia entre ejes, iluminación ambiental ampliada, climatización por secciones y un techo panorámico con control de luz variable. Además, los asientos traseros incorporan regulación eléctrica de serie, y la capacidad de maletero llega hasta 1.588 litros, a los que se suman 90 litros en el delantero.


La personalización marca otro salto significativo. Aunque el Cayenne E1 ofrecía una amplia gama de configuraciones, el Cayenne Electric alcanza un nivel de individualización sin precedentes: trece colores de serie, nueve diseños de llantas, doce combinaciones de interior y diez paquetes de equipamiento y detalles decorativos. A ello se suman Porsche Exclusive Manufaktur, Paint to Sample y Sonderwunsch, que permiten crear unidades únicas con intervenciones artesanales no disponibles en la primera generación.

Comparar ambos Cayenne es observar dos etapas clave en la evolución de Porsche. El modelo de 2002 abrió un camino completamente nuevo dentro de la marca y demostró que la deportividad podía adoptar formas diferentes. El Cayenne Electric lleva esa premisa a un nivel que multiplica por varias veces su rendimiento original, amplía su capacidad técnica e incorpora tecnologías que interpretan el ADN Porsche desde una arquitectura eléctrica. Más de veinte años después, el objetivo sigue siendo el mismo: redefinir qué puede ser un SUV de altas prestaciones.