Historia de carreras Porsche: Pleno de victorias en la Canadian-American Challenge Cup de 1973
En 1973, y por segundo año consecutivo, Porsche dominó por completo la serie de coches deportivos de la Canadian-American Challenge Cup con un barrido sin precedentes. Porsche ganó ocho de ocho carreras de las cuales, el estadounidense Mark Donohue, se impuso en seis de ellas y fue el más rápido, con diferencia, en las ocho clasificaciones.
En las dos carreras en las que el piloto del equipo Penske-Sunoco no venció, en una terminó séptimo por una pérdida de potencia del motor y, en la otra, acabó segundo en el último momento por culpa de un tapón en el depósito de combustible que le provocó pérdidas con la consecuente parada en boxes. Pudo haber logrado, perfectamente, el pleno personal de no haber tenido esos fallos mecánicos.
Penske competía con dos Porsche 917/30 turboalimentados de 5.4 litros de batalla larga, la última carrocería larga del modelo. El coche de carreras regular de Donohue fue sutilmente ajustado durante todo el año, mientras que el de repuesto permaneció en la reserva y rara vez salió del transportador.
El equipo Penske tenía un contrato de exclusividad con el Porsche 917/30, por lo que lo mejor con lo que los clientes de Porsche pudieron competir en la Can-Am fue un modelo del año anterior, el 917/10, pero con los últimos motores de 5.4 litros que Donohue estaba usando.
En realidad, la única oposición que Donohue tuvo durante todo el año provino, precisamente, de los clientes de Porsche. Es cierto que, en el mejor de los casos, se ponían por delante brevemente mientras Mark ganaba carrera tras carrera.
El sureño Bobby Rinzler compró los dos coches Penske de 1972 para su propio equipo, el Royal Crown Cola. Fueron conducidos por el defensor del título de pilotos de la Can-Am, George Follmer, y Charlie Kemp. Para Rinzler fue, en su mayor parte, un año bastante decepcionante porque sus mecánicos no fueron capaces de hacerse con los siempre complicados turbocompresores.
Los pilotos tampoco lograron hacerlo tan bien como hubieran querido. Se repartieron las dos carreras en las que Mark Donohue tuvo problemas mecánicos: Kemp en la primera, en la carrera de apertura, y Follmer en la segunda, aprovechando la inesperada y postrera parada en boxes a causa del problema con la tapa del combustible .
No empezaron bien las cosas para el Penske de Mark Donohue, que sufrió en las dos primeras carreras del campeonato, mientras pilotos y mecánicos se hacían a la nueva versión del 917. Es cierto que a partir de ahí ya no hubo color; aunque en dos ocasiones, en Mid-Ohio y Laguna Seca, Follmer lideró a Donohue durante gran parte de la carrera.
Además de su victoria en Road Atlanta, Follmer se anotó dos segundos y un tercer puesto, pero no pudo terminar las cuatro carreras restantes. Por su parte, Kemp obtuvo su mejor resultado, tercero, en el circuito canadiense de Mosport.
Porsche contra Porsche: todos querían pilotar un 917
El especialista de Porsche en California, Vasek Polak, montó un impresionante equipo privado. El checo era un maestro mecánico de Porsche y fichó a un buen equipo de mecánicos alemanes, por lo que el 917/10 de Jody Scheckter siempre estuvo en su pico de rendimiento o muy cerca de él.
El entonces joven piloto sudafricano estuvo a punto de ganar en Mosport cuando un fallo en los neumáticos lo dejó fuera de combate. De hecho, tuvo problemas con ellos en varias ocasiones más a lo largo de la temporada. En la segunda carrera en Road Atlanta, el 5 litros de Scheckter no fue rival para los 5.4 litros de Donohue y Follmer; aún así, terminó tercero.
Marcó otro tercero más y un segundo por detrás de Donohue en Road America, pero, en general, no fue una temporada afortunada para el joven de 23 años. Incluso, con un 5.4 litros, fue embestido por detrás, lo que dañó su mecanismo de embrague y arruinó todas las carreras posteriores a Road America.
El piloto revelación fue, en su primera temporada manejando algo más grande que un Porsche 911S, el prometedor Hurley Haywood, a bordo de su Bnimos Porsche 917/10. Haywood tenía la ventaja de venir de la mano del gran Peter Gregg, especialista neoyorkino de Porsche. De hecho, Haywood conducía el viejo deportivo Can-Am de Gregg que, con un motor turboalimentado de 5 litros, colocó quinto una vez, tercero dos veces y también logró un segundo que le permitió terminar tercero en la general con 47 puntos, detrás de Follmer con 62 y Donohue con 139.
Muchos nombres propios que pueden vanagloriarse de la buena andadura de Porsche por Norte América. Esa temporada no hubo rival, ningún fabricante norteamericano como Chyrsler o Chevrolet tuvieron opción alguna; tampoco viejos conocidos de Porsche como Vic Elford pudieron hacer nada.
Nuestro fabricante preferido dominó de principio a fin la serie Can-Am de 1973 logrando algo que ningún otro había conseguido antes y dejando muy claro a los aficionados del otro lado del charco quien era, con diferencia, el mejor fabricante de coches deportivos de carreras del mundo.