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Janis Joplin
Porsche 356
historia

El Porsche de Janis Joplin, un icono hippie de los 60

Los años 60 supusieron una transformación a nivel mundial. Fue la década de la crisis de los misiles, de los movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam, de la carrera espacial entre EEUU y la URSS. En esta época se produjo la revolución cultural de Mao, se desató la beatlemanía y explotó la lucha por los derechos civiles. Todos estos cambios sociales tuvieron un impacto directo en la escena musical, donde la canción popular, el rock y el blues encontraron nuevos iconos en compositores como Bob Dylan o en cantantes como Janis Joplin.

My friends all drive Porsches”, cantaba la reina del blues, que logró fundir, en un mismo elemento, arte, música y diseño de la época en su célebre Porsche 356 de 1964. Un personaje tan singular como ella debía conducir un coche muy especial. Ese fue el resultado de su psicodélico Porsche 356 C 1600 SC Cabriolet, el cual definió la personalidad de la cantante y le acompañó allá donde fuere durante la recta final de su breve, pero brillante trayectoria musical.

A pesar de que presumía de gastarse todo su sueldo en ‘Mary Jane’, la primera mujer considerada una gran estrella del rock, se guardó 3500 dólares para adquirir, nuevo, su anhelado Porsche. Aunque el modelo es de 1964, la cantante lo compró en el año 68.

Del white pearl a ‘La historia del Universo’
 

El color original del coche era el blanco perla (’Pearl’, como uno de sus motes y el nombre de su último álbum), pero aquel pigmento pálido no inspiraba a Janis, no la representaba; ella necesitaba un motivo mucho más colorido, algo más acorde con su fulgurante e indómita vida, propia del movimiento hippie de los 60. Por ese motivo, decidió guardar otros 500 pavos para su querido amigo y manager Dave Richards, quien los empleó para pintar el coche y plasmar en él la que denominó ‘La historia del Universo’, un extravagante mural que acogía prácticamente todo el espectro visible de colores.

El representante personalizó así mismo la carrocería con todo tipo de motivos artísticos: desde mariposas y medusas mezcladas con multitud de elementos visuales y diferentes matices, hasta un retrato de Joplin y algunos miembros de su banda que lo convierten, hoy, en un auténtico y genuino Art Car. Como otros componentes del coche, esa decoración fue restaurada hasta en tres ocasiones desde entonces hasta la actualidad.

La cantante, lejos de aparcarlo en la cochera, condujo el Porsche cada día y como consecuencia, en muy poco tiempo, el automóvil se hizo famoso y se convirtió en sello de identidad de su propietaria. Según Laura, la hermana de Janis, "conducía el coche a todos lados, desde San Francisco hasta Los Ángeles, se iba en él cuando grababa allí".

La estampa de Janis Joplin por la autopista a bordo de su estrafalario Porsche 356 se convirtió en uno de los grandes iconos hippies de la época: el sol brillaba en el cielo californiano iluminando la irisada carrocería; el viento del Pacífico agitaba su melena rebelde, las gafas de sol de cristales redondos, ahumados y de color rosa, le tapaban media cara; la radio a tope y la botella de Southern Comfort escondida en la guantera al alcance de la mano. Fue la imagen de un sueño, al menos del sueño despreocupado y jaranero de los sesenta.

“Lo que te hace sentir bien no te puede causar ningún daño”
 

El nivel de popularidad que alcanzó el deportivo fue tal, que cada vez que lo dejaba aparcado en la calle, a la vuelta de la esquina se encontraba con algún fan a la espera que lo había reconocido. El coche fue el mismo que se encontró el representante de la banda, John Cooke, en el aparcamiento del Landmark Motor Hotel de Los Ángeles, el domingo 4 de Octubre de 1970, cuando fue a buscarla al no aparecer por el estudio en todo el día. Cooke entró en la habitación de Joplin y la encontró muerta, tirada en el suelo al lado de la cama.

Aunque se especuló mucho sobre los motivos y las circunstancias que rodearon su muerte, la versión oficial concluyó que la causa de la misma fue una sobredosis de heroína por una concentración más alta de la normal; a pesar de que no se encontraran nunca las jeringuillas y de que todo sucediera justo después de que pasara una temporada en Brasil desintoxicándose. La versión se confirmó más aún después de saberse que, poco después de su viaje a Brasil, se reencontró con Peggy Caserta, una vieja amiga, novia (quizás su pareja más estable conocida) y compañera de jeringuilla.

En sus últimos meses de vida, Janis mantuvo a su vez una fugaz relación con Seth Morgan, un joven estudiante que traficaba con heroína, futuro escritor, de la Universidad de Berkeley, California. Llegaron a anunciar incluso sus planes de casarse, a pesar de que cuando se conocieron (Agosto del 70) Joplin ya residía en el hotel de Hollywood donde perecería.

Caserta admitió posteriormente que, al igual que Morgan, había prometido visitar a Joplin la noche del viernes 2 de octubre, pero se fue de fiesta con unos amigos a otro hotel de Los Ángeles. De acuerdo con su libro Going Down With Janis, Caserta escuchó del que les vendió la fatídica heroína a ella y a Joplin el sábado, que la artista le expresó su tristeza por dos amigos que la habían abandonado la noche anterior.

El más caro de todos los tiempos
 

Tras el trágico y prematuro final de la joven cantante, que pasó a formar parte del Club de los 27 (estrellas del rock que murieron con 27 años como Jones, Hendrix y Morrison; más tarde, también Kurt Cobain), el coche quedó en manos de la familia. Su mánager, Albert Grossman, lo condujo durante varios años hasta que decidió, en 1990, que el Porsche debía transitar por una meticulosa restauración en la que se mantuvo la decoración original que lo había hecho tan característico.

Posteriormente, el automóvil pasó a ser propiedad de sus hermanos, Laura y Michael Joplin, que en 1995 determinaron su exposición en el Rock and Roll Hall of Fame Museum de Cleveland (Ohio), durante los siguientes 20 años. Allí permaneció hasta Diciembre de 2015, cuando fue subastado por 1,76 millones de dólares (1,6 millones de euros) en el  Sotheby’s de Nueva York. En principio se valoró que alguien llegaría sólo hasta los 600.000 dólares, pero la realidad es que los 1.760.000 dólares que finalmente se pagaron por él, lo convierten en el Porsche 356 más caro de todos los tiempos.

 

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