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Porsche 906
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Porsche 906 Carrera 6, el corazón de la revolución

La meta que Porsche persigue es siempre la de mejorar sin perder la esencia de lo que la marca representa. Competición, calidad y superación son tres de los pilares en que se basa nuestra fabricación y a nivel de competición, estos valores se acentúan aún más. 

A pesar de los avances tecnológicos que supuso para Porsche la fabricación de su modelo 904, uno de los vehículos más innovadores de su época y con mejores características técnicas, Ferdinand Piëch quería mucho más.

El director del Departamento de Competición y nieto de Ferdinand Porsche, decidió apostar un nuevo modelo aún más ligero y con más potencia y provocar una revolución que supondría un cambio para Porsche.

Alcanzaría los 250 km/h y sustituiría en competición al 904 en la categoría Sport en lugar de en Gran Turismo tras el cambio en las reglas de competición de 1966 que exigían la fabricación de 200 unidades para homologar el vehículo.

Porsche 906 Carrera 6, el corazón de la revolución

Así nació el Porsche 906 Carrera 6 en 1966, el modelo sucesor del Porsche 904. Fue uno de los primeros Porsche estudiados en el Stuttgart Technical Institute gracias al gran avance en cuanto a ingeniería que se desarrolló durante su diseño y fabricación. 

Se transformó en una máquina con una ingeniería muy avanzada que incluía un uso de titanio y magnesio en algunas piezas como las bielas y los bulones, en lugar del acero y el aluminio, materiales mucho más pesados. Estaba diseñado en el túnel de viento, lo que suponía un gran avance para la época, y contaba con fondo plano y una carrocería fabricada en fibra de vidrio que le aportaba mucha más ligereza.

Se crearon un total de 65 unidades del Porsche 906 Carrera 6, el que fue el último modelo de carreras de Porsche matriculable. Así, al contrario que muchos coches de competición, el 906 se vendía con accesorios de serie como volante regulable en altura, luz interior, balizas, limpiaparabrisas y hasta un baúl trasero. 

Además, la llave de encendido estaba a la derecha, posición contraria a su habitual izquierda, y contaba con una palanca de cambios de cinco velocidades y solo dos relojes en la instrumentación: el cuentavueltas y el medidor de la temperatura del aceite.

Porsche 906 Carrera 6, el corazón de la revolución

Sus escasos 98 cm de altura y las puertas “alas de gaviota” le aportaban un diseño muy deportivo y aerodinámico, característica que aumentaba aún más gracias al amplio y cóncavo parabrisas junto a la luneta trasera que tenía una serie de “branquias” a los costados para que pudieran respirar los dos carburadores triples. 

En el desarrollo de este gran coche se incluyó un motor central de seis cilindros bóxer con 1991 cc que rendía 210 CV a 8000 revoluciones, refrigerado por aire. El equipo de ingeniería consiguió reducir el peso del motor del 911 del que nació el Porsche 906 Carrera 6 hasta dejar el motor en sólo 127 kg, 57 menos que el 911, pero con 80 caballos más. 

El peso final era el equivalente al de un 4 cilindros, pero con seis. El excelente coeficiente aerodinámico, el bajo peso, y los 200 CV del motor, hacían que el Porsche 906 Carrera 6 superase los 250 km/h.

Esta reducción de peso y aumento de la potencia le convertían en una máquina perfecta para ganar, como bien demostró en su debut en la categoría Sport que se resolvió con la victoria de las 24 Horas de Daytona, donde fue el mejor de su categoría. Esta victoria se repitió en las carreras de Sebring, Monza y Spa.

Porsche 906 Carrera 6, el corazón de la revolución

Herbert Müller y Willy Mairesse se hicieron con la victoria con un Porsche 906 Carrera 6 en la clásica Targa Florio italiana de 1966, después de que los Porsche 906 carrera 6 que iban en primer y segundo lugar se tocaran y tuvieran que abandonar. Desde ese momento, Porsche hizo historia, convirtiéndose desde ese año en la absoluta dominadora de la carrera italiana al ganar cinco ediciones consecutivas, y once en la historia de la carrera, por encima de Ferrari con siete o Alfa Romeo con diez.

Pero su gesta más importante fue en ese año 1966, año en el que Ford consiguió en Le Mans su famoso triplete con los Ford GT40. Las posiciones 4ª, 5ª, 6ª y 7ª fueron para cuatro Porsche 906 Carrera 6, que se impusieron en su categoría en la carrera de resistencia más dura del mundo gracias a que la carrocería se alargó para no perder velocidad en las rectas más largas. Al final del año, el 906 obtuvo el campeonato en su clase y sentó las bases para los siguientes modelos Porsche, el 908 y el 910.

El 906 Carrera 6 con el chasis 108 participó además en los 1000 kilómetros de Nürburgring con Jean-Pierre Beltoise y Peter Nöcker, que terminaron la carrera en el puesto número 11 de la clasificación general.

Porsche 906 Carrera 6, el corazón de la revolución

Ese mismo chasis volvería al Infierno Verde en 1967. Esta vez fueron Paul Frère y Rainer Günzler quienes estaban al volante, pero con otro objetivo: documentar los 1000 km de Nürburgring desde la perspectiva de un piloto. Para ello, se instaló una pesada cámara en el asiento del copiloto que se encargó de grabar la carrera completa.

Esta fue la última aparición, en lo que a carreras se refiere, del que fue el último Porsche de carreras matriculable. Tras su contribución en Nürburgring, el coche pasó a la colección de Porsche y actualmente está expuesto en el Porsche Museum con la inscripción ‘TV' en un guiño a su último trabajo, que no fue otro que permitir que nos sintiéramos un auténtico piloto de una de las carreras más intensas de la historia.

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