Rihanna, un regalo perfecto: el 911 Turbo Cabrio

Si te preguntasen que tienen en común Cameron Díaz y Rihanna, probablemente te vendrían otras cosas a la cabeza. Lo cierto es que las dos conducen el superclásico de los deportivos: el 911. En el caso de Rihanna, fue un regalazo por sus millones de ventas en 2012. 

Ella, en realidad, llevaba en la música desde el año 2003, cuando Evan Rogers la escuchó cantar en una audición. Rihanna tenía 15 años, y Rogers vio acercarse a una muchacha. Pensó “es demasiado guapa, probablemente no cante bien”. Y tuvo que tragarse sus palabras hasta el fondo. El resto de la historia ya la conocéis. Rihanna se hizo con el control de la radio los dosmiles,con éxitos como “Umbrella”, “Rude Boy”, “Only Girl (In The World), “Stay”, “Diamonds o “Work”. 

El camino hasta la fama requirió algo de práctica: aunque le gustaba cantar, nunca había ensayado ni tomado clases como profesional. Su amigo y músico profesional Ne-Yo se dedicó en cuerpo y alma a enseñarle toda la técnica para llegar a tener la voz que conocemos hoy. “Nunca había tenido entrenamiento vocal, así que cuando estaba en el estudio, él me enseñaba a respirar, todo eso. Usaba las palabras técnicas ‘quiero que hagas un staccato’, y yo le respondía OK, no tengo ni idea de lo que es”, confesaba la reina, todavía inexperta.

Su tono y fuerza inconfundibles arrasaron con las ventas. Para cuando a Rihanna le regalaron su precioso 911, acababa de comprarse una mansión de mil metros cuadrados en Pacific Palisades (en Los Ángeles) con 24 años. Desde allí, la cantante disfruta de una de las mejores vistas de la ciudad mientras se relaja en su piscina.

A medida que Rihanna ha ido ganando años y experiencia, ha ido ampliando tanto su proyección musical como sus colecciones. Lo habitual ahora es verla, ya con 32 años, porschista declarada, conduciendo su modelo Porsche 997 Turbo S, un deportivo clásico con el que suele moverse por la ciudad, una forma de expresar una de sus líneas más famosas “No te escondas de lo que realmente eres”.

Escrito por: Javier del Campo