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Le Mans
24 horas de Le Mans
Porsche racing

Road trip a Le Mans 2018

Quizás algunos puedan pensar que este 2018 sin la presencia de Porsche en LMP1 iba a ser algo aburrido, y nada más lejos de la realidad, la lucha en otras categorías hacen de esta 86ª edición de Le Mans una edición para recordar.

El jueves 14 de junio comenzaba la aventura del equipo Porsche Every Day en Madrid, punto de partida para nuestro road trip rumbo a Francia a bordo de un Panamera 4S. Con él recorrimos un total de 3.600 Km, acompañados por el rugir del motor, y sonando de fondo canciones de Kavinsky o de los Paradise Phantoms que amenizaron nuestro viaje.

El camino hasta Le Mans recorre llanuras con largas rectas, así como tramos de montaña, donde el modo sport se convierte en tu mejor amigo. Durante nuestro viaje hicimos uso de los diferentes modos de conducción con los que cuenta el Panamera 4S, que nos permitían disfrutar con tranquilidad de los diferentes paisajes mientras charlábamos de la mítica carrera, y de lo que Porsche significa para estas 24 horas. A ritmo de beats de los 80', e invadidos por imágenes con Steve McQueen como protagonista, llegamos a nuestro destino donde disfrutaríamos de la cita más importante del año para Porsche, las 24h de Le Mans.

El día siguiente a nuestra llegada nos levantamos con ganas de café y croissant, pero de esos de mantequilla, de esos cuyo olor se hace inconfundible, y que te despiertan esas ganas irrefrenables de ir a una boulangerie y salir con una docena de croissants y una o dos baguettes debajo del brazo.

Tras cubrir nuestras necesidades básicas, nos dispusimos a buscar aparcamiento, toda una hazaña durante los días que dura la carrera. Durante estos días Porsche facilitaba un parking a escasos metros de la entrada principal y con un servicio de shuttle que te dejaba en diferentes puntos del circuito. Como buen fan, tras aparcar, aprovechaba la ocasión para pasear por el parking privado para clientes, donde se exhibían vehículos Porsche traídos de toda Europa con distintas y atractivas configuraciones.

Queriamos hacerlo bien, así que entramos por la puerta principal. No es la primera vez que estamos en este circuito, pero nada más cruzar la puerta nos llamó la atención la cantidad de banderas españolas que entran con nosotros. Si algo tenemos que agradecer a Fernando Alonso es la capacidad de generar pasión por el MotorSport, un hecho difícil que él lo hace fácil.

Así, sintiéndonos como en España, nos dispusimos a pasear por el sinfín de carpas que allí se encontraban. Son tantas las cosas que ver que es mejor dejar algunas para los días siguientes. Nos acercamos al pit lane, donde los equipos mostraban tras las vallas todo el arsenal de tecnología que iban a utilizar para la carrera más épica de la temporada. Estaban nerviosos, lo apreciabamos en sus caras. Solo faltaban 24 horas para que empiece el mayor espectáculo automovilístico del mundo, y la tensión se palpaba en el ambiente.                 

Visitamos los equipos oficiales de Porsche y tuvimos la suerte de entrar en el box de Black Swan Racing, donde pudimos estar con Patrick Long y Pappas, dos de los pilotos del equipo que compartían espacio con Dempsey Racing. El equipo Dempsey sigue siendo uno de los más fuertes y con una veteranía que siempre suma, además es de los más visitados por los asistentes, que no quieren irse sin hacerse una foto con ellos.       

            

Desde aquí, agradecer a Ted Gushue de Petrolicious que nos acompañara en esta visita al equipo americano. Durante el pequeño tour, nos enseñaron las instalaciones y el 991 RSR que están utilizando esta temporada. Una máquina ciertamente increíble. Durante unos instantes, nos distrajo un Michael Fassbender que paseaba por el box con una botella de agua en la mano, este Magneto estaba tranquilo y eso también nos tranquilizaba a nosotros.  

Por la tarde nos acercamos al pueblo de Le Mans. La Pilot‘s Parade que recorre el pueblo sigue siendo un momento emocionante digno de ver. Quizás, con el paso de los años, los equipos opten por pasear con coche clásicos por el pueblo. Me imagino paseando con el coche de la carrera pertinente y me gusta más la idea si cabe. Pero la realidad es otra, abordo de viejas glorias descapotables pudimos ver unos pilotos que agradecían el cariño y la proximidad de este tipo de acontecimientos. Familias enteras se agolpaban en las vallas para recoger obsequios que se lanzaban desde los coches, es como la cabalgata de los Reyes Magos del motor.                    

El sábado despertamos con el olor a pan, un olor que rápidamente lo cambiamos por el de la gasolina. Detrás de cientos de personas nos pusimos a buscar nuestro sitio, desde donde más tarde veriamos la salida. Nos costó un rato, durante el cual dimos con otro Lobato que atareado tampoco encontraba el asiento, nos deseamos suerte y nos despedimos él para la derecha y nosotros para la izquierda, y un poco más tarde encontramos nuestras localidades. ¡Por fín!

      

El mayor espectáculo automovilístico del mundo, eso es así. Te das cuenta cuando te sientas y observas que más de 260.000 espectadores te acompañan en una ceremonia que ya es histórica. Los aviones sobrevolaban la recta del circuito de la Sarthe pintando la bandera francesa, y un recién campeón por onceaba vez del Roland Garros, Rafael Nadal, daba el banderazo que mostraba el inicio de las 24 Horas de Le Mans. Así, el mítico reloj de la línea de meta iniciaba la cuenta atrás.                  

Con mucho tiempo por delante nos dispusimos a visitar la mayoría de las instalaciones, tratando de entrar en el máximo de exposiciones posibles, todo lo imaginable del mundo del motor se encontraba allí, y Porsche como fuente de inspiración de muchas de las obras. Mientras caía la noche, seguía el incesable ruido de los coches en el trazado. Con el paso de las horas se podía identificar perfectamente el modelo de coche tan solo con escuchar el ruido de los escapes. Algunos de ellos iban cayendo por problemas mecánicos o salidas de pista. En este tipo de competiciones el trabajo del equipo para recuperar algunas unidades y que vuelvan a pista es impresionante, así lo ha demostrado Porsche en muchas ocasiones, al igual que otros equipos.           

Con la caída del sol llegaban nuevos espectáculos, como la mítica noria iluminada desde donde se puede ver gran parte del circuito con unas vistas privilegiadas. Aprovechábamos esas horas para recuperar fuerzas en el Porsche Experience Center de Le Mans.

Durante estos días, la familia Porsche se reunía en la mejor ubicación del circuito y exponía algunos modelos míticos de esta carrera, un GT1, un 962 y un 919, mostrando sus heridas de guerra. Con añoranza mirábamos el 919, que con las luces de la noria nos recordaban que la carrera continuaba. Porsche mantenía su Pink Pig registrando los mejores tiempos y la gente ya se emocionaba con solo pensar en una victoria. Personalmente, siempre confié en el número 94, tengo verdadera admiración por Timo Bernhard y Dumas, pero acabaron la noche rápido al retirarse por un problema en la suspensión. Así, con algo de decepción e ilusión por partes iguales, nos fuimos a descansar sin dejar de mirar la clasificación a través de las aplicaciones.

La mañana del domingo el ambiente en el circuito sobrepasaba lo esperado, miles de aficionados esperaban que el reloj marcara la hora final. Aprovechábamos para dar un tour Porsche por algunas de las zonas más emblemáticas del circuito. Los aficionados venidos de todo el mundo acampan con sus coches y caravanas haciendo que todo lo que rodea Le Mans sea mágico.

Nos impacientamos al igual que los pilotos y los equipos. Es una cita en la que se lucha contra la misma carrera, y eso crea una tensión durante las últimas horas de la que todos somos partícipes. Porsche mantenía el liderazgo después de una dura lucha entre el número 92 y el 91 que volaban en la pista. Los 13,626 kilómetros del circuito cada vez parecían más largos.                    

Cuando el reloj marco el final de la cuenta atrás, el LMP1 de Toyota con Alonso al volante cruzaba acompañado de su compañero de equipo la línea de meta. Un poco después, las banderas de Porsche inundaban las gradas y el equipo se acercaba a la pista para celebrar con una pasada que el Ping Pink con el número 92, y Kévin Estre, Laurens Vanthoor y Michal Christensen al volante, ganaba en la categoría de GTE Pro con un total de 344 vueltas. 

En segundo lugar el 991RSR con el número 91, pilotado por Richard Lietz, Frederic Makowiecki y Gianmaria Bruni. Se mantuvieron luchando durante las 24 Horas.

No puedo terminar sin destacar la participación del ganador de la clase GTE-AM del equipo Dempsey-Proton Racing, el joven Julien Andlauer que tuvimos el placer de conocer en la Mobil 1 Super Cup de Barcelona. En esta carrera se convertía en el piloto más joven en ganar esta categoría.

Mención especial también para Black Swan Racing y un exitoso cuarto puesto en su primera participación en Le Mans. Al cierre de la carrera, la pista se inundó de aficionados y se celebró una esperada victoria en Le Mans. Por un momento vi al Dr. Wolfgang abrazando a Patrick Dempsey rodeado de banderas españolas. Seguramente, pocas veces creo que mi retina vuelva a ver eso, avatares de la vida que hacen que este Le Mans fuera algo mágico, porque Las 24 Horas de Le Mans es Porsche, y Porsche son las 24 Horas de Le Mans.

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