Con 70 años de historia, Porsche mantiene una identidad única, con unas...
Louise Piëch la mujer más influyente de la Historia de Porsche
La meta más primigenia de Porsche es la de ganar todas las carreras. Somos los primeros en motorsport, los primeros en innovación, los primeros en el futuro de la electromovilidad, los primeros en potencia y por supuesto también queremos serlo en la carrera por la lucha de las mujeres.
Porsche también se teje de los sueños de las porschistas desde antes incluso de ser Porsche. Por ello, en un día tan especial para nosotras como es el 8 de marzo queremos dar visibilidad a la historia de una persona sin la que Porsche nunca habría sido Porsche: Louise Piëch, la otra heredera del sueño de Ferdinand Porsche.
Louise era la primogénita del fundador de Porsche y probablemente la mujer más importante de toda la historia de Porsche. Junto con su hermano Ferry Porsche, dirigió en igualdad de condiciones la empresa de su padre en Alemania y la organización de ventas de Volkswagen y Porsche en Austria.
Nacida para ser porschista
La hija mayor de Ferdinand y Aloisia Porsche, nació en Viena en 1904. Desde niña estuvo interesada por y muy cerca del mundo del automovilismo; junto a su hermano Ferry, disfrutaba acompañando a su padre a probar los modelos que diseñaba. Llegó a tener un coche a escala con el que jugaba y a los 14 años ya tenía carnet de conducir.
En 1926, Ferdinand Porsche organizó un rally en el que una adolescente Louise participó y ganó. Una victoria muy sonada contra el experimentado Adolf Rosenberg y el mítico Rudolf Caracciola. No obstante, la joven no pudo llevarse el trofeo de campeona a casa, ya que su padre no quiso dárselo a su hija por temor a que le acusaran de favoritismo.
Ya con tan solo 19 años, Louise Porsche dejaba clara de forma pública su esencia ganadora y la potencia de sus sueños.
Salvando el futuro
En su juventud, Louise fue atraída por el mundo del arte y estudió historia del arte y pintura con Josef Engelhart, uno de los fundadores del movimiento "Secesión de Viena". Como la mayoría de mujeres de esa época, Louise optó por casarse y formar una familia, centrándose en su trabajo como esposa y madre. Sin embargo, la guerra acabó con este idílico sueño para ella.
Según contó su hijo Ferdinand Piëch, Louise Piëch nunca creyó en la guerra. Por lo que durante esos años se adelantó al futuro final de esta y trasladó el mayor número posible de planos, máquinas y objetos de valor del estudio de ingeniería de su padre en Stuttgart a la nueva empresa, Porsche Konstruktionen, creada en Austria, país del que poseía nacionalidad por su nacimiento y su matrimonio. Evitó así que los bienes familiares fueran nacionalizados y perdidos tras el final de la guerra.
Salvando a la familia
En el invierno de 1945, en plena posguerra Louise Piëch tuvo que desplegar toda su fuerza y luchar ella sola para salvar a su familia, ya que su padre, su hermano Ferry y su marido fueron detenidos en Baden-Baden por el ejército francés y llevados a Francia. La primogénita de Ferdinand Porsche consiguió presentar pruebas que los exoneraban de los cargos y los tres obtuvieron la libertad bajo fianza de un millón de francos.
Saltando obstáculos y haciendo realidad el sueño
Para 1947, Louise Piëch ya era admirada por su inteligencia y por haber salvado a la empresa de la nacionalización. Por lo que no sorprendió su siguiente jugada para salvar la empresa de la expropiación, al crear junto a su hermano la empresa austriaca Porsche Konstruktionen GmbH, la cual codirigiría con el ingeniero jefe de Porsche.
En 1948, los hermanos consiguieron un contrato con Volkswagenwerk GmbH decisivo para el futuro de Porsche. Estipulaba que la gran compañía de Wolfsburgo se comprometía a pagar una cuota por cada VW Escarabajo fabricado y, además, permitía a Porsche utilizar la organización de ventas y marketing de VW y la red de servicio posventa. Este acuerdo fue decisivo para la irrupción en el mercado de los deportivos de Porsche, de cuya comercialización también se encargó Louise Piëch. Además, con Louise al frente del negocio, Volkswagen alcanzó el 35% del mercado austriaco, con 5.218 vehículos vendidos.
Gracias a las pericias de Louise durante años anteriores, su hermano pequeño Ferry pudo establecer de nuevo la empresa Porsche en Stuttgart en 1950 y comenzar la producción a gran escala de su modelo 356.
En 1951 y solo 18 meses después, la vida golpeó duramente de nuevo a Louise, al fallecer su padre y su esposo respectivamente. Ferdinando Porsche no dejó toda su herencia a su hijo como era de esperar en aquella época. Como visionario nato, creía en su hija, en sus capacidades y en todos los méritos que había conseguido. Dividió su herencia en dos partes iguales para sus dos hijos iguales.
Estas circunstancias proyectaron a Louise, viuda y madre de cuatro hijos, como directora gerente de Porsche Holding en Austria.
Dirigiendo y velando el sueño
En 1956, con Louise Volkswagen se convirtió en la marca de automóviles más vendida en Austria. En 1961, se celebró el Volkswagen nº 100.000 matriculado en Austria y Louise decidió crear su propia red de concesionarios, la Porsche-Inter Auto. Una vez que los Porsche se comenzaron a fabricar en serie, los deportivos empezaron a ser importados en Alemania. Y hasta 1971, Piëch Paralelamente, construyó una red de comercialización de Porsche, que pronto se extendió a todas las provincias federales austriacas.
Su tercer hijo, Ferdinand Piëch, fue el responsable del desarrollo del Porsche 917. El deportivo no obtuvo el rendimiento esperado y fracasó en todas las competiciones. Pero gracias a Louise Piëch, la apuesta por la presencia de la marca en los circuitos fue una realidad. Creó un equipo oficial, Porsche Salzburg, para competir en las 24 Horas de Le Mans en 1970 con dos 917K evolucionados: el Österreich 1 y el Österreich 2. Contribuyó de esta forma a hacer realidad la primera victoria de Porsche en Le Mans en un año en el que la carrera estuvo marcada por la lluvia y la niebla, muy pocos coches llegaron al final.
Louise Piëch, considerada la mujer más influyente del Grupo Porsche, se apartó de la vida organizativa de la empresa en 1971, una año después del primer triunfo en Le Mans, para pasar a ejercer como presidenta honoraria del Consejo de Supervisión y miembro principal de la sede de la compañía en Salzburgo.
En 1971, tras abandonar la actividad organizativa, Louise Piëch asumió el cargo de Presidenta Honoraria del Consejo de Supervisión. Desde esa posición continuó guiando el curso de la empresa austriaca Porsche.
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