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Porsche 959
Dakar
historia

Porsche 959: la estrella fugaz del Dakar

Amado y deseado por los coleccionistas, considerado el superdeportivo más avanzado tecnológicamente a su época, el exclusivo Porsche 959 fue presentado en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1985. Este vehículo fue concebido y diseñado para ganar el Mundial de Rallyes en el llamado “grupo B”, aquel que incluía coches con apariencia de carretera, pero muy potentes y ligeros, a los que se permitían grandes modificaciones en cuanto al motor. Es decir, el punto intermedio entre los prototipos y los coches de gran producción, terreno en el que se desenvuelve esta maravilla de la aerodinámica.

Debido a las reglas de la FIA, para que un coche pudiese competir en el “grupo B” debían de realizarse las homologaciones establecidas, que obligaban a los fabricantes a producir al menos 200 unidades del coche en cuestión, por lo que se produce la aparición del famoso Porsche 959. El programa de competición, por lo tanto, fue el viaducto que permitió que naciese una leyenda. Respecto al Mundial de Rallyes, el Porsche 959 no pudo ni siquiera competir, al prohibirse el famoso “grupo B”, debido a los numerosos accidentes mortales sucedidos en sus escasos 4 años de existencia.

Sin embargo, lo que sí consiguió este vehículo fue la corona mundial de la velocidad punta, otra de las razones por las que Peter Schutz, director general de la compañía, dió el visto bueno al proyecto encabezado por Helmuth Bott, un genio adelantado a su tiempo. En ese momento, no existía ningún vehículo que fuera capaz de acercarse en cuanto a tecnología y prestaciones al Porsche 959, por lo que consiguieron construir el vehículo más rápido del mundo, que alcanzaba entre 315 y 336 km/h dependiendo de su versión.

Además, este supercoche, equipado con tecnología puntera, permitió a Porsche ganar la famosa competición Rally París-Dakar en el año 1986. Tres coches fueron enviados expresamente para la carrera, en la que Porsche consiguió el doblete, que incluía como ganador a René Metge y a Jackie Ickx (ya campeón en 1984 con el Porsche 911 SC 4x4) en segunda posición. En esta edición, el Porsche 959 estableció el récord de velocidad de la prueba en 234 km/h. Increíble, pero cierto.

El Porsche 959 comenzó a desarrollarse como una modificación en la aerodinámica del conocido 911. La versión del 959 que se diseñó para el desierto, tenía como ya hemos dicho, unos avances en tecnología dignos de la época actual. Se puede decir que el 959 era un laboratorio con ruedas, en el que se experimentaron novedosas tecnologías que se fueron adaptando a los futuros modelos de Porsche.

En cuanto al motor, Porsche aprovechó desde el inicio el motor seis cilindros bóxer del modelo 956 utilizado en competición, al que se le colocaron dos turbocompresores KKK en paralelo e inyección electrónica de la casa Bosch, que permitieron obtener un motor multiválvulas de 450 CV en 2,849 centímetros cúbicos, situado en la parte trasera del vehículo. Un detalle curioso del motor es que fue el primer bóxer en incorporar un sistema de refrigeración mixta que utilizaba agua y aire, debido al increíble calor que generaba.

Para frenar este inmenso potencial, se desarrolló un sistema antibloqueo de frenos para cada rueda en las que actuaban discos accionados por pinzas de cuatro pistones.

El Porsche 959, fue dotado de la tracción total más novedosa y competitiva de la época, la llamada PSK o Porsche-Steuer Kupplung. Ésta, distribuía la tracción del motor a las ruedas de los ejes delantero y trasero, a través de un sistema multidisco de embragues hidráulicos, que permitía repartir hasta el 80% de la tracción sobre el eje trasero, si es que se requería una intensa aceleración. Este sistema permitía al conductor elegir entre cuatro tipos distintos de conducción (en seco, mojado, nieve y hielo).

En cuanto a la suspensión, el Porsche 959 incluía las suspensiones del chasis reforzadas y adaptativas que ofrecían al conductor colocarse a 12, 15 y 18 cm de altura libre del suelo. Ello, combinado con la novedosa marcha “G” de la palanca de cambios, permitía que el coche no se quedase atascado en momentos en que el conductor encontrase baja adherencia.

Para conseguir el título del vehículo más rápido del mundo, había que nivelar el peso del motor, la electrónica y el resto de componentes, por lo que otra innovación del Porsche 959 fue la incorporación de materiales como el kevlar, combinado con otros como aluminio y poliuretano. Una bestia cubierta de un ligero envoltorio.

Podemos afirmar por lo tanto, que el Porsche 959 fue un adelantado a su tiempo, una demostración del poderío de Porsche. Todo el trabajo de Helmuth Bott logró varios podios, no solo deportivos, sino que el Porsche 959 marcó un antes y un después en la evolución tecnológica de los automóviles.

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