El alma de la leyenda

Son más de una veintena los motores bóxer que han formado parte de la historia viva de Porsche en su 911. Lo que hace de este deportivo lo que es, no es solo su pulcra y cuidada apariencia, la elegancia de sus líneas o su cuidada fisonomía, sino lo que esconde bajo el capó. Y es que por todos es sabido que la belleza está en el interior.

Porsche ha utilizado el 911 como muestra de su talento en lo que ingeniería se refiere. Motores que desafían la lógica y que han conseguido posicionar a Porsche a la vanguardia de sus competidores. Si hablamos concretamente del que siempre ha acompañado al 911, lo hacemos del motor bóxer o plano que sigue siendo parte viva e imprescindible del 911. Más de medio siglo de historia que aún perdura como parte intrínseca de su última generación.

Refrigerado por aire, con dos litros y 130 CV de potencia, la bestia escondida en el primer 911 que salió a la venta estaba basada en el cuatro cilindros que ya llevaba el Porsche 356, al que se le añadieron dos cilindros más. Un motor robusto y de calidad que dio muchas alegrías en las competiciones y que es uno de los favoritos de los puristas. Escondido en la parte trasera, el bóxer fue aumentando su cilindrada a 2.2 y luego a 2.4 litros hasta 1972. Se incorporó la inyección mecánica y la potencia logró alcanzar los 180 CV.

En 1975 llegaba el Turbo, un añadido que cambiaría la motorización del 930 y que conseguiría que alcanzara los 260 CV. Con 3.0 litros, era un motor más grande de solo cuatro velocidades, capaz de alcanzar los 246 km/h y pasar de 0 a 100 km/h en solo 6,1 segundos. El primer automóvil deportivo equipado con un turbocompresor llegaba para hacer historia en Porsche y seguir avanzando en la tecnología de sus motores bóxer.

Pero la refrigeración por aire no siempre era la opción más adecuada y para cumplir con las normativas actualizadas de seguridad y emisiones y seguir creciendo, Porsche desarrolló el primero de sus motores bóxer refrigerados por agua. 

Después de 34 años con motores refrigerados por aire, llegaba el momento de romper con lo establecido y desarrollar un nuevo motor en la quinta generación del 911, el tipo 996. Los motores Turbo también se adaptaron a la refrigeración por agua y el último que vistió la refrigeración por aire fue el Porsche 911 Turbo 993. 

Acorde con el paso de gigante que daría este deportivo, el 996 se rediseñó en 1997. Su carrocería consiguió un aspecto sobrio y elegante pero vanguardista. Aunque la verdadera revolución llegaba con el motor que incorporaba un nuevo sistema hidráulico con el que dar un paso adelante y avanzar hacia el futuro. Seis cilindros, cuatro válvulas, 300 CV y una cilindrada de 3,4 litros en el que se convertía en el primer motor bóxer refrigerado por agua.

Tras el cambio a la refrigeración por agua los motores resultaron más eficientes y limpios, y su potencia fue aumentando con los años. Para el primero del Porsche GT3, por ejemplo, se partió de un motor M96/72 "Mezger" heredado del 911 GT1 de Le Mans para conseguir un resultado digno de competición. Un motor bóxer atmosférico de seis cilindros y 3.6 litros refrigerado por agua y con una potencia de 360 CV que se presentó por primera vez en el año 1999 en el Salón de Ginebra. 

La potencia de los bóxer turbo y biturbo aumentaba, y en 2006 ya alcanzaba los 480 CV en el motor del 997 Turbo. Heredado del Mezger del 996 Turbo, este mejoraba gracias a los turbos de geometría variable, algo inédito en un motor de gasolina. 

Con la última generación del 911 se continuaba con la familia de motores bóxer que acompañan al 911 desde que se presentara el primero en 1963. De cuatro o seis cilindros, atmosféricos o turboalimentados, de dos a cuatro litros de cilindrada y con una potencia de 250 a 640 CV, este potente motor bóxer es la encarnación misma del modelo más representativo de Porsche.

Un modelo al que siempre ha acompañado el motor bóxer trasero que es la esencia del mito. El alma de la leyenda. La vida que ruge bajo el impresionante 911 que después de tantos años, sigue más presente que nunca.