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El poder del Porsche 911 en el Rally Lyon-Charbonnieres

El Rally Lyon-Charbonnieres es uno de los rallyes más antiguos disputados en Francia. En el año 1947 el Dr. Pierre Dalligand y el gerente del casino Georges Bassinet decidieron crear un evento de carreras con la idea de igualar el famoso Rally du Mont Blanc. Así nació el Rallye Lyon-Charbonnieres cuya primera edición celebrada del 21 al 22 y 23 de marzo de 1947 ganó el propio Dr. Pierre Dalligand, tras 1125 km de recorrido con un Bugatti 55 de 1935. 

Durante los primeros años, motos y sidecars compartían la carrera con los coches, solo que con menos distancia (800 km para los primeros y 1125 km para los automóviles, de los cuáles 500 kilómetros se disputaban de noche) y en 1950 el "Charbo" terminó siendo solo para automóviles.

Lo que comenzó siendo una competición regional se transformó con los años en un evento internacional en el que marcas como Porsche comenzarían a competir. En el año 1953 Hans Herrmann, se clasificó en quinta posición en el Rally Lyon-Charbonnières junto con Richard von Frankenberg pilotando un Porsche 356. El piloto, que haría historia en Mille Miglia en 1954 o en las 24 Horas de Le Mans cuando consiguió la primera victoria general para Porsche en el año 1970, marcó el punto de salida de Porsche en esta competición.

Ya el año 1960 la competición evolucionaba y parte del recorrido pasaba a desarrollarse en territorio alemán llamándose desde entonces “Rally Lyon-Charbonnières-Solitude”, una carrera que incluía una prueba de velocidad en el Circuito La Solitude de Stuttgart. Años más tarde comenzó a considerarse parte del Campeonato de Europa de Rally. En aquel momento la salida se producía desde Stuttgart hasta que en 1976 volvió de nuevo a convertirse en el “Lyon-Charbonnières”. Pero Porsche sumaría un podio en esta carrera muchos años antes, cuando logró una impresionante victoria en el año 1967 con un Porsche 911 S 2.0 Coupé en color rojo. 

El Rally Lyon-Charbonnières que se disputaría los días 17, 18 y 19 de marzo del año 1967 recorría Francia, Suiza y Alemania en dos etapas con trece eventos cronometrados y con un total de 1909 km. Con 101 equipos inscritos en la carrera, ganarla no resultaría nada sencillo. 

El coche elegido para participar por Porsche no era otro que el nuevo modelo 911 S 2.0, una versión aún más deportiva del 911. Además de los equipos oficiales de Porsche, equipos privados también se sumaron a la prueba con modelos como el Porsche GTS.

Los elegidos para la gloria fueron el piloto oficial de Porsche Vic Elford y David Stone como copiloto, pareja que haría historia en multitud de competiciones como el Rally de Montecarlo de 1968 y su Porsche 911 S 2.0 estaba más que preparado para hacerse con la victoria. 

Tras una primera etapa que salía de Stuttgart-Solitude, el piloto británico aún no encabezaba la clasificación, aunque había hecho el segundo mejor tiempo de la primera prueba cronometrada y se había mantenido en los primeros puestos durante toda la etapa, destacando en las diferentes pruebas. Aún así, se encontraba a más de un minuto del cabeza de serie, Jean Rolland, que pilotaba un Alfa Romeo.

La segunda etapa, la más complicada por la longitud de sus pruebas y la resistencia que debían mostrar los vehículos participantes, era una auténtica prueba de fuego. Es el momento en que los coches deben demostrar su fuerza, su dureza y su capacidad de aguante. Las pruebas se intensifican y el ritmo para los coches aumenta. Una mecánica depurada y resistente es el complemento ideal para los pilotos en estos momentos.

Coches que se averían, accidentes y solo un puñado de supervivientes en la carrera entre los que destacan Rolland y Elford, hasta que en una de las pruebas la caja de cambios de Rolland no soporta la presión y termina cediendo, haciendo que el piloto francés tenga que retirarse. El Porsche aguanta, con garra, y escala puestos hasta colocarse en cabeza y marcar el mejor tiempo en Rousset. La partida estaba ganada. 

Porsche volvía a hacer una muesca en su palmarés con una victoria en una complicada prueba en la que no solo la habilidad del equipo formado por Vic Elford y David Stone fue clave, sino también la capacidad de resistencia del Porsche 911 S. Tras Elford y Stone tres equipos más se situaron en los primeros puestos de la clasificación general, Hanrioud/Foucher, Zasada/Pach y Gaban/Jacquemin. Todos conduciendo un Porsche 911 que demostraba que no solo era un deportivo eficaz, también era un deportivo con hambre de victoria.

 

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