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James Dean, amor por la velocidad
Nacido en Indiana el 8 de febrero de 1931, James Byron Dean fue mucho más que el protagonista de ‘Rebelde sin causa’, ‘Gigante’ y ‘Al este del Edén’. Su nombre es sinónimo de leyenda en el cine, pero el actor era mucho más.
Desde joven estuvo vinculado al mundo del motor y siempre se mostró entusiasmado con el automovilismo, algo que, según los biógrafos, empezó cuando apenas era un niño. En su barrio había una tienda de motos en la que pasaba las horas y cuando apenas tenía 13 años, le regalaron un motor auxiliar para su bicicleta que hacía que corriera a 50 km/h.
Su primera moto llegó con 16 años cuando su tío le regaló una Jawa ČZ 125 de 4 CV y en la universidad ya se interesó por los deportivos. En aquella época conducía un Ford Sedan del 49 y un Chevrolet, aunque su verdadero amor siempre fue Porsche.
La década de los cincuenta y el triunfo de Porsche en las carreras encendió en James Dean el deseo de convertirse en piloto y, después de rodar su primera gran película ‘Al este del Edén’, el actor compró un Porsche 356 1500 Super Speedster. De color blanco y con 70 CV, este deportivo era el elegido para competir y con él, estaba dispuesto a ganar.
El concesionario de John von Neumann en Hollywood tenía uno de los 3.676 ejemplares que se fabricaron del speedster desde 1954 a 1958, y James Dean invirtió sus ahorros en este deportivo que hizo que su pasión por los coches creciera a medida que lo hacía su carrera como actor.
El 356 Speedster se convirtió en el primero de los grandes éxitos de Porsche en Estados Unidos. Un deportivo agresivo para la competición pero también práctico para el día a día. Porsche consiguió reducir el peso del 356 y abaratar así el precio de la producción en el speedster. Era ligero, ágil y rápido. La sensación del viento en la cara al recorrer las carreteras de la costa californiana conduciendo este coche era sin duda inigualable.
El deseo de James Dean era participar en carreras, pero el estudio cinematográfico del que ya era la estrella en aquel momento no permitía que participara en demasiadas. La primera fue justo antes de comenzar el rodaje de ‘Rebelde sin causa’, en la Palm Springs Road Races que se celebró en California del 26 al 27 de marzo de 1955. James Dean compitió y ganó en su categoría, y quedó tercero en la clasificación general.
El 21 de septiembre de ese mismo año el Porsche 550 Spyder llegaba a su vida para sustituir al 356 Speedster como su coche para las diferentes competiciones en las que quería participar. Con un vehículo aún más ligero, James Dean pretendía derrotar a sus competidores a base de velocidad.
El pequeño deportivo era extremadamente rápido para la época gracias a su propulsión trasera y a su ligereza. Apenas 550 kilos de pura potencia que hacía de él una bestia solo capaz de ser domada por manos expertas. La clave de su velocidad no solo era su peso sino su estudiada aerodinámica, ya que con solo 110 CV era capaz de alcanzar los 220 km/h con mucha facilidad. Un pura sangre pensado para competir y ganar, potente y sin límites.
El Porsche 550 Spyder pronto se convertiría en un deportivo ganador que en 1956 y en manos del piloto Umberto Maglioli, se hizo con la Targa Florio. En total se fabricaron 89 unidades entre 1954 y 1956 y la de James Dean fue la número 55. Un deportivo complejo y pensado para competición, que el actor estadounidense bautizó como “Little Bastard” (Pequeño bastardo).
Hizo que en la carrocería se pintara el número 130 y con él quería hacer historia en el Circuito de Salinas donde se dirigía ese fatídico 30 de septiembre, cuando el cine y el automovilismo le perdieron.
“Sueña como si fueras a vivir para siempre, vive como si fueras a morir hoy”. Esa oda al carpe diem acompañó a James Dean toda su vida. Una vida vinculada al motor que a día de hoy sigue siendo leyenda.
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