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Jay Kay, Jamiroquai y el 911 2.7 RS
El vocalista de Jamiroquai expresa su amor y orgullo ante una de las piezas de la historia de Porsche, un 911 Carrera que sigue llevando a todas partes con sus casi 50 años de historia. “Soy un niño de los setenta, y en esa época algunos coches tenían esas formas tan atractivas.” Jay no puede dejar de hablar de su máquina. ¿Te suena su ritmo?
Jay decidió el nombre de una banda que más tarde fundaría, Jamiroquai, con 13 años. Y es que, hijo de una cantante y con una infancia en carretera, él y la música estaban predestinados. El nombre está inspirado en los nativos norteamericanos Iroquois. Para empezar a grabar, Jay utiliza una batería programada y muchas horas en casa volcadas en componer canciones.
En el 89, y gracias a que un amigo le deja a cargo de un estudio de grabación, se lanza con un pequeño contrato y un sencillo en el escenario del acid jazz. Poco a poco, año tras año, el grupo esperó pacientemente a cosechar el éxito, y llegó con Emergency on Planet Earth, un álbum funk comprometido con los problemas del mundo y el jazz a partes iguales. Con un contrato de ocho discos con Sony, solo les quedaba seguir trabajando.
El compromiso de Jay se sale de la música, apoya causas sociales a través de Burma Campaign UK y se le conoce por su apoyo a la democracia birmana. Así mismo, es la imagen de asociaciones protectoras de animales, y un conocido activista contra el uso de animales salvajes en espectáculos de circos o de parques zoológicos. Para el músico, el entretenimiento no puede tener lugar a costa del sufrimiento de los animales.
La pasión irrenunciable de Kay son los vehículos deportivos. Le gustan tanto que los incorpora en los videoclips de sus creaciones. Pueden verse, por ejemplo, en Alright, Cosmic Girl o White Knuckle Ride. No hay más que ver sus fotos para entender que su amor porschista no se va a ir a ninguna parte.
Entre sus coches, uno de sus hijos predilectos es el 911 2.7 RS, un vínculo forjado en la carretera en los setenta.
“La música, los coches, estas cosas vienen a la vez y se te meten en la sangre, siempre ha habido algo de glamour (...) es maravilloso, simplemente ya no se van a hacer coches así (...) el acabado interior es magnífico.”
Jay no se equivoca. El RS 2.7 es uno de los coches más codiciados en el mundo. Su producción limitada y sus cualidades dinámicas lo hacen tremendamente irresistible. Aunque tras la producción hubo dudas sobre sus ventas, debido a su coste, el RS 2.7 fue exhibido en el Salón de París del 72, y todo el mundo quedó deslumbrado. Las series se agotaban una tras otra, y hoy sigue siendo una joya de los amantes del motor.
Escrito por: Javier Del Campo
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