Porsche 968: un futuro mito de la marca

La era transaxle de Porsche fue una demostración más de que la marca alemana estaba a la vanguardia en innovación. En la época en la que empezaron a desarrollarse, el año 1976 con el 924 como primer deportivo con la configuración transaxle, aún no existían medios de transmisión electrónicos y la fabricación de estos deportivos fue toda una novedad. El último de los modelos de esta era fue el Porsche 968, un clásico que cerraba una etapa de casi veinte años.

El término transaxle nacía de las palabras “transmission” y “axle” en inglés, que en castellano son transmisión y eje, y su particularidad es que su motor delantero y su tracción trasera se unían a través de un eje colocado en un tubo fijo. De esta forma se conseguía equilibrar la parte delantera y trasera con un reparto del peso extraordinario y optimizado que aseguraba cualidades de manejo muy estables. Este principio, un concepto innovador para un automóvil deportivo, se convirtió en seña de identidad para los nuevos deportivos de Porsche desde el año 1976. 

Tras el primero de los modelos, el Porsche 924, llegaba el 928 que se fabricaría durante casi dos décadas. Un ​​modelo que, según un folleto de 1977, “sacudió las jerarquías automotrices al combinar tres coches en uno: un auto deportivo pura sangre de alto rendimiento, un sedán de lujo orientado a la comodidad y un vehículo utilitario versátil.” Tras el Porsche 924 aparecieron el 944 y el que nos ocupa hoy, el últimos de los deportivos transaxle, el Porsche 968 que sería el encargado de poner el punto y final a esta era en 1995 y después de que se fabricaran casi 400.000 automóviles de estas características en los casi 20 años que duraría. 

El Porsche 968 era un coupé con una carrocería basada en el 944, con lo que consiguió reducir costes, y cuyo diseño recuerda a dos deportivos, el 928 y el icónico 911, gracias a elementos que mezclaban en el frontal. La parte trasera, por su lado, era más redondeada aunque los pilotos eran similares a los del Porsche 928. Aún así, su diseño resultaba fresco y a ojos de cualquiera, completamente nuevo.

Harm Lagaaij fue el diseñador encargado de insuflar vida tanto al 924, cuando aún era un joven diseñador, como a los últimos modelos transaxle, el 968 y el 928 GTS, ya como diseñador jefe de Porsche y tras su regreso a la marca en 1989. Un hombre que vivió el comienzo y el final de una de las épocas más productivas para Porsche.

El último de los deportivos de la era transaxle contaba con un motor de 4 cilindros en línea, culata de 16 válvulas y 3.0 litros que ofrecía 240 CV a 6.200 rpm y entregaba 305 Nm a 4.100 rpm. Era heredado del 944 S2 al igual que el salpicadero, y estaba disponible con cambio manual de seis marchas o el opcional Tiptronic de cuatro relaciones. La velocidad máxima que alcanzaba era de 252 km/h, una cifra nada despreciable para su época. Este motor delantero fue el último que fabricó Porsche hasta que apareció en escena el Porsche Cayenne y tras él, el Panamera. 

Se fabricó de 1991 a 1995 en Stuttgart-Zuffenhausen, y contaba con un gran equipamiento que hacían de este deportivo un coche de lujo. Con el fin de acercar el modelo a más porschistas se creó el Porsche 968 CS de 1993 a 1995, un modelo más económico que lograba además ser mucho más ligero gracias a que prescindía de los asientos traseros.

El CS o Clubsport con cambio manual se uniría a la familia al igual que el 968 Turbo S, una versión fabricada con el fin de homologar el Turbo RS de competición. Este exclusivo deportivo del que solo se hicieron 15 ejemplares, contaba con 305 CV de pura potencia y 500 Nm de par motor máximo.

El último de los deportivos de la era transaxle está llamado a convertirse en mito. Un clásico que se recordará siempre porque forma parte de la historia viva de Porsche.