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Regreso a casa
Descubriendo la piedra angular de la leyenda Porsche de Le Mans. El millonésimo Porsche 911 toma las carreteras de Teloché.
Aceptando el caos de Le Mans en el día de la carrera, el millonésimo 911 bordea el paddock de Porsche y las carreteras de acceso abarrotadas. Miles de smartphones y cámaras de largo alcance documentan su lento avance a medida que intenta superar el tramo de las autocaravanas, los ciclistas y la multitud de seguidores de carreras tras el almuerzo. A la tribu se le ha dado las llaves de este coche tan especial con el fin de emprender un viaje emocionante. Una especie de peregrinación, a la casa espiritual de Porsche en Le Mans. Sólo a 6 km al sur de aquí, siguiendo la sinuosa carretera de la D140, se encuentra Teloché, un pequeño pueblo con casi tanta importancia en la historia deportiva de Porsche como Le Mans en sí.
Allí, en 1951, Porsche estableció su taller, en el estrecho domicilio de Rue de 8 Mai. Un taller local que funcionaba durante todo el año, y que durante la semana de Le Mans, se convertía en el hogar oficial de Zuffenhausen, una marca modesta encargada de alojar coches, conductores, mecánicos e ingenieros. Saliendo del congestionado entorno del circuito hoy, se nota cómo rápidamente te encuentras en medio de una pacífica y fotogénica zona rural, con carreteras estrechas de una sola vía, rodeadas por kilómetros de tierras de cultivo.
El millonésimo 911 puede liberarse al fin, estirando las piernas disfrutando de un aire más fresco y limpio mientras nos dirigimos hacia el sureste, por debajo de la localidad de Mulsanne. Debido a la ola de calor que ha engullido la región durante el fin de semana de la carrera, la moldura de madera noble del volante a medida calienta las manos y la tapicería de pata de gallo con aire acondicionado, se convierte en una mejor opción que la de cuero que ciertamente es pegajosa.
Sin embargo, el viaje termina demasiado pronto. Teloché fue elegido por su proximidad al circuito, permitiendo a Porsche conducir sus vehículos de carreras directamente a su puerta de acceso más meridional, evitando el tráfico que ahogaba las carreteras en las entradas del norte.
A medida que se recorre suavemente la Rue de 8 Mai, lo que más llama la atención es lo tranquilo que es. Las ventanas cerradas debido al calor de la tarde, las calles vacías ofrecen una sombra de bienvenida. Qué diferente ha debido ser años atrás, un cuerpo a cuerpo de mecánicos y coches cubriendo las aceras, camiones de apoyo subidos a los bordillos y una muchedumbre de espectadores fascinados rodeando los coches de carreras que aparecían al azar en la carretera. Dentro del garaje, un frenesí de actividad, revisiones finales y cambios de última hora.
El lugar donde los pilotos celebraban sus victorias con el equipo
Los aldeanos se despertaban temprano cada mañana al son de los motores de carreras recién puestos a punto, los flat-twelves revolucionándose con un crescendo que retumbaba en los oídos antes de que los coches fueran llevados a la carretera para una práctica libre, para la calificación y finalmente para la carrera en sí. Absolutamente todo sucedió aquí. Este pequeño taller de dos puertas, con sus bombas de combustible independientes y su simple techo ondulado, era la sala de control de Porsche.
Al otro lado de la calle, se encontraba el Café des Sports de madame Peschard, ahora es una peluquería, pero por aquel entonces era otra parte importante para el equipo de Porsche. Hasta este punto, a altas horas de la noche, los mecánicos y los conductores volvían procedentes de las pruebas de alta velocidad para abastecerse a sí mismos antes de irse a dormir a las habitaciones alquiladas alrededor de la aldea. Y era aquí, lejos de las exigencias modernas de los medios de comunicación y los patrocinadores, donde los pilotos celebraban sus victorias con el equipo, disfrutando de una comida sencilla y vino local, borrachos de los trofeos de sus ganadores.
Mecánicos con un Carrera 904 GTS
La tradición se desarrolló a través de décadas y generaciones, con miembros del equipo hospedándose con las mismas familias año tras año, formando amistades de por vida en el proceso. No fue hasta principios de los 80, y la llegada del Grupo C, que el taller de Teloché fue desmantelado. El nuevo 956 fue un avance tan técnico que hizo que todo mejorara repentinamente, y la pequeña tienda que Porsche hizo suya se convirtió en otro extraordinario capítulo de la historia de Le Mans.
Hoy en día el garaje de Teloché todavía se puede encontrar, trabajando todo el año para atender las necesidades de automovilismo de la pequeña aldea que significaba tanto para Porsche. Los lugareños todavía recuerdan la presencia de Porsche con cariño, con cierto orgullo inconfundible. Pues fue este el lugar, en este humilde edificio de bloques, en donde el fabricante más exitoso de Le Mans comenzó su andadura en las carreras de coches deportivos. Una trayectoria que vendría a dar forma a la esencia misma de la marca.
Encaminados de vuelta a la Rue de 8 Mai, hacia el ruido y la confusión de un épico despliegue en Le Mans 2017, el escape del 911 resuena en las casas de fachada plana que bordean la calle. El pueblo da paso a los campos de nuevo y nuestra velocidad aumenta, un aire caliente corre a través de la cabina. En este preciso momento, el 919 Hybid nº2 acaba de entrar en boxes inesperadamente, y ya estaba siendo reparado apresuradamente en el taller de alta tecnología. Va a ser una noche larga y calurosa en el Circuit De La Sarthe.
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