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Vivir en un Porsche Cayenne ahora es una realidad
Su cuenta de Instagram suma más de 60k seguidores. Ha llegado al océano Ártico desde Utah y está dispuesto a recorrer el mundo viviendo día a día, todo esto sin salir de su casa. Parece algo imposible, pero cuando tu hogar es un Porsche Cayenne cumplir los sueños está asegurado.
Harrison Schoen nació en Saint Louis, Missouri, y con 18 años se unió a la Marina. Ahora tiene 25 y es un joven veterano del ejército de Estados Unidos que decidió dar un giro a su vida, pasando de vivir de alquiler en una casa en Salt Lake City a rodar con su Porsche Cayenne de 2008.
La pandemia le hizo ver lo corta que es la vida y se decidió a dar el paso. “Me gustaría tener la capacidad de recorrer el mundo y ganarme la vida mientras estoy en la carretera”, afirma. “No quiero pasar trabajando toda una vida para terminar retirándome y empezar a disfrutar justo en los últimos años”. Por eso, y tras ver un anuncio online una noche, compró el Cayenne S que ahora llama hogar.
Aunque cuando lo adquirió tenía ya más de 200.000 kilómetros, para un Porsche esto nunca ha sido un problema. El Cayenne está preparado para aguantar y seguir ofreciendo una vida de aventuras hasta pasada esa cifra, y Schoen lo supo al instante. En unos meses preparó el vehículo para que se convirtiera en su única pertenencia y pudiera llevarle a cualquier lugar. Cambió la suspensión y elevó la carrocería del suelo, añadió unas llantas de 18 pulgadas y neumáticos todoterreno y eliminó el paragolpes trasero. De esta manera facilitaba su vida fuera de la carretera.
Su Cayenne se preparó para sustituir el lujo por la austeridad más que suficiente para que Harry viva su sueño. La parte trasera del coche está preparada para dormir, porque una tienda de campaña externa en el techo solo permite pernoctar en zonas designadas para ello. Además un exceso en la zona elevaría el centro de gravedad del coche limitando su eficacia offroad, algo de lo que este ex marine disfruta muchísimo.
El Cayenne tiene más de 14 años, pero Harrison Schoen lo ha equipado al máximo para poder llamarlo casa. Tiene nevera, batería externa para cargar sus aparatos electrónicos, toldo y hasta un portaequipajes que hace las veces de cama. Cuenta con un sistema de iluminación extra, una pequeña cocina, ducha y hasta “armario”, un par de compartimentos bajo el maletero donde Harry guarda toda su ropa.
Podría parecer insuficiente pero el protagonista de esta historia ha vivido en un portaaviones cuando estaba en la marina y está más que acostumbrado a la austeridad y a viajar ligero de equipaje. Él mismo asegura que al salir del ejército ya sabía lo que haría: “tenía claro que me quería alejar de todo aquello que me distrajera de vivir la vida”.
Este viaje con espíritu aventurero le ha llevado a conducir por una playa en Oregón, a disfrutar en American Fork Canyon y a descubrir que lo que se percibe en las fotos de la majestuosidad del lago Moraine es real.
Vivir una aventura es justo lo que está haciendo a bordo del Cayenne que ahora es su hogar. Con él ha llegado hasta Canadá y contempla el océano desde Tuktoyaktuk mientras piensa en su próximo destino. Pocos afortunados pueden decir que han disfrutado de una cerveza a orillas del Ártico y sin salir de su casa.
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