Cuando hablamos de deportivos es inevitable que se nos venga a la cabeza la joya de la...
Porsche Type 64 60K10, un coche único que sobrevive al paso del tiempo
En el año 1939, antes de que el Porsche 911 deslumbrara con su elegancia deportiva o el Porsche Taycan revolucionará el mundo de los coches eléctricos, llegó el precursor del que posiblemente sea el coche más importante de Porsche, el 356 que a finales de la década de los 40 daba el pistoletazo de salida a la larga historia de la marca.
El Porsche Type 64 se presentó años antes sin saber que sería el modelo a seguir por Porsche años después, cuando Ferry Porsche hizó realidad el sueño de su padre diseñando y fabricando el primer 356. Solo se fabricaron tres automóviles de este prototipo, el primero de ellos en el año 1939, y de los tres solo uno consiguió sobrevivir intacto a la Segunda Guerra Mundial.
Cada uno de los tres ejemplares fue realizado completamente a mano y el único ejemplar del Porsche Type 64 60K10 que se conserva íntegro y con su forma original se ha convertido en una auténtica pieza de coleccionista, como si de una obra de arte inédita de Van Gogh o Velázquez se tratase. Un ejemplar único e insólito que surgió como un encargo para la carrera Berlín-Roma.
La marca aún no se había formado como la conocemos pero la familia Porsche ya aceptaba encargos con los que dar rienda suelta a su pasión por la ingeniería y el diseño de automóviles. Estos tres ejemplares del Type 64 60K10 se fabricaron sobre la base de los Type 60 de 1938, de ahí su nombre, y se mezclaron con piezas del Volkswagen Escarabajo que había diseñado el propio Ferdinand Porsche.
La carrocería redondeada y de curvas suaves y elegantes fue fabricada por Reutter. Tenía unas líneas más deportivas y aerodinámicas que el Volkswagen Escarabajo y un motor más potente y que resultaba toda una revolución para la época. Pesaba 540 kg y su motor bóxer de 50 CV conseguía que alcanzara una velocidad máxima de 153 km/h gracias a sus 985 centímetros cúbicos. El motor, con doble carburación, válvulas superiores y una mayor tasa de suspensión que sus predecesores, era la solución ideal para competir y conseguir ganar la carrera para la que estaba destinado y que nunca llegó a celebrarse ya que se suspendió al comenzar la Segunda Guerra Mundial.
El primer Type 64 60K10 terminó de ensamblarse en agosto de 1939, días antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, y el segundo se acabó de fabricar en ese mismo año. Bodo Lafferentz, el máximo responsable de la marca Volkswagen en ese momento, fue quien se quedó con el primero hasta que tuvo un accidente con él en el año 1941, tras lo cual el vehículo regresó a la fábrica y fue usado como vehículo experimental. Del segundo coche solo se conserva el chasis y algunas piezas sueltas que ayudaron a la recreación del modelo que se exhibe en el Prototyp Museum de Hamburgo.
El tercer vehículo, fabricado en el año 1940, fue propiedad de la familia Porsche durante años, y se convirtió en el coche personal conducido por Ferdinand Porsche y su hijo Ferry Porsche. Cuando en 1946 Porsche se estableció de nuevo tras la guerra, Ferry Porsche añadió las letras de “Porsche” al vehículo transformándolo así en el coche más antiguo que jamás haya usado esa primera e icónica insignia de Porsche.
Estuvo en la familia Porsche hasta que se lo vendieron al piloto austriaco Otto Mathé, quien lo conservó durante 46 años. En sus manos sí pudo alcanzar el objetivo de competir para el que se creó y se hizo con la victoria de clase en el Alpenfahrt austríaco de 1951, ya con la matriculación con la que lo conocemos ahora de T2-222. Participó en numerosas carreras en Austria desde el año 1949 hasta 1953, en Korneuburg, Krems o Linz, todas en el año 1952.
Más de 80 años después y tras haber sufrido una guerra, el Porsche Type 64 60K10 sigue más vivo que nunca y es un pedazo vital de la historia de Porsche. El antecedente de la evolución de una marca y un coche realmente único en su especie.
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