Recordar los orígenes es una preciosa forma de comenzar un homenaje a toda una vida, y...
La bestia indomable se llama Porsche Carrera GT
La mítica frase de Ferry Porsche, “no encontré el deportivo de mis sueños, así que decidí construirlo yo mismo”, no es únicamente un momento histórico, es una forma de vida que ha dado forma a la esencia misma de la marca y que ha estado siempre presente. Los retos han sido y siguen siendo parte viva e imprescindible.
Como ejemplo el Porsche Carrera GT, un deportivo que bien parecía un coche competición. Un reto que buscaba conseguir un coche de carreras homologado para la carretera. Un híbrido de los dos que respondería a la pregunta de por qué elegir cuando podrías tener ambos.
El 28 de septiembre de 2000 el piloto Walter Röhrl se subía en el prototipo del Porsche Carrera GT, un coche con un motor V10 de 5.5 litros y 558 CV de potencia. Apenas estaba saliendo el sol cuando esta maravilla recorría las calles de París en un viaje que comenzaba en la plaza Charles-de-Gaulle, coronada con el famoso Arco del Triunfo, y que finalizaba en el Louvre, como una obra de arte con ruedas.
La inspiración del Porsche Carrera GT
Este superdeportivo fue desarrollado a partir de un prototipo para competir en las 24 Horas de Le Mans. El modelo, que comenzó a desarrollarse en 1998, sería el punto de partida y la principal inspiración del Carrera GT que pudo verse en el año 2000, aunque no fue hasta 2003 cuando se presentó la versión de producción en el Salón de Ginebra.
Para entonces, Porsche había mejorado ese primer concept car y ahora cabalgaba la friolera de 612 CV pero estaba homologado para carretera. 8.000 rpm y una velocidad máxima de 330 km/h que ponían a prueba al máximo la aerodinámica.
El efecto suelo que se lograba con su cuidada carrocería de carbono carenada o el alerón trasero que se extiende eléctricamente son un ejemplo de cómo sus formas estaban pensadas para correr dentro y fuera de la pista. Y aunque el trabajo de aerodinámica fue importante, el mayor desafío vino con el chasis monocasco y el soporte del motor.
Era la primera vez que un Porsche de producción usaba plástico reforzado con fibra de carbono para estas piezas, reduciendo muchísimo el peso. Además se empleó Kevlar moldeado y el primer embrague bidisco en seco cerámico del mundo, más resistente y compacto y que permitía lograr un centro de gravedad muy bajo, lo que influía de nuevo en la aerodinámica y la velocidad del coche.
Los detalles de competición del Carrera GT
El increíble motor V10 de 5.7 litros y una caja de cambios manual de 6 velocidades unido al ligero peso -solo 1.380 kg y una relación peso-potencia de 2,25 kg/CV- hacían de este coche un bravísimo superdeportivo que en el circuito de AVUS consiguió pasar de 0 a 100 km/h en sólo 3,9 segundos. Para alcanzar los 200 km/h desde cero, solo necesitaba 9,9 segundos. Una bestia indomable y temida cuyo sonido del motor es inconfundible.
Muchos detalles recordaban a un coche de carreras, no solo su velocidad. La posición del asiento y el pomo de madera de haya laminada que brillaba en el interior eran señas inequívocas de un coche de carreras. Con llantas de aleación de magnesio y diseño monotuerca, exclusivo de este modelo, el Carrera GT completaba un sueño deportivo.
Se fabricaron en Leipzig un total de 1.270 unidades entre 2003 y 2006, lo que le convierten en uno más de esos grandes coches que solo unos pocos afortunados consiguen tener bajo sus manos.
Si algo no existe pero puede soñarse, ¿por qué no inventarlo? Y si el sueño es de Porsche y consiste en crear una bestia indomable capaz de conquistar circuito y carretera, el objetivo no podía ser otro que cumplirlo. En septiembre de 2020 se vivió el 20 aniversario de ese primer prototipo que se presentó en París. Y aunque no pudo celebrarse en la ciudad que le vió rodar por primera vez, sí lo hizo en las calles de Berlín en un bonito homenaje.
Un sueño más de los que Porsche se ha empeñado en cumplir a lo largo de su historia, el de construir una bestia indomable llamada Carrera GT.
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