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Serie G, una generación para enamorar
Septiembre de 1973. Habían pasado 10 años desde que Ferdinand Porsche diseñó y presentó en el Salón de Frankfurt el primer 911. Una década más tarde llegaba una de las generaciones más longevas, la segunda. La gran serie G llegó para quedarse.
Desde 1973 hasta 1989 salieron de fábrica las diferentes versiones de esta generación G, en total 198.496 coches que han marcado el futuro de Porsche más de lo que imaginamos. El asiento deportivo con reposacabezas integrado, por ejemplo, se introdujo con esta generación y es algo que a día de hoy se ha convertido en un sello de identidad indiscutible, no solo para los 911 sino para todos los modelos de Porsche.
La segunda generación del 911 se presentó en su versión Coupé y Targa, en las variantes 911, 911 S y Carrera, aunque después vinieron muchos más. El nuevo 911 integraba los intermitentes por primera vez en el paragolpes delantero. Con un simple vistazo se apreciaba su moderno diseño, un avance con respecto a la anterior generación. Su aspecto ganaba no solo en estética, también en resistencia. Los paragolpes, por ejemplo, podían comprimirse hasta 50 milímetros sin que se produjeran daños.
Aunque la parte trasera se mantuvo prácticamente sin cambios si incluía unos paragolpes rectangulares con fuelle, más grandes que los de la generación anterior, y un precioso reflector rojo situado entre los pilotos en el que se podía leer Porsche. Para el Targa se incluyó el techo rígido como novedad en 1974, aunque después se sustituyó por uno plegable y más práctico.
En el interior, además de los asientos deportivos con cinturones de seguridad de tres puntos, se estrenaron las tapas para los compartimentos de las puertas, algo que ahora también es una característica de Porsche. Con un volante y palanca de luces nuevas, este 911 era los años 70 en estado puro y dejaba atrás el diseño más clásico de la primera generación.
Con una caja de cambios de cuatro velocidades de serie, se eligió un motor de seis cilindros para el modelo más básico con una potencia de 150 CV y 175 CV para 911 S. Ambos contaban con una nueva inyección K-Jetronic de Bosch. El 911 Carrera cabalgaba 210 CV y usaba el motor del Carrera RS 2.7 con inyección mecánica de gasolina. Alcanzaba una velocidad máxima de 240 km/h y era ligeramente más ancho que las demás versiones de la serie G.
Un año más tarde de su lanzamiento, en otoño de 1974, se presentó en el Salón del Automóvil de París el que era el coche de serie más potente de su historia hasta la fecha. Para el 930 Turbo se usó el motor base del Carrera RS 3.0 y se equipó con un turbocompresor consiguiendo que llegase a los 260 caballos. Pero en 1977 avanzó aún más. Se incorporó un intercooler adicional y se aumentó la cilindrada a 3.3. litros, lo que producía unos impresionantes 300 caballos. Aceleración de 0 a 100 km/h en 5,2 segundos y velocidad máxima de más 260 km/h. Un deportivo inigualable.
En 1975 la versión básica del Targa seguía teniendo un motor de 2.7 litros, pero con 15 CV más, 165 en total. El Carrera de las versiones Targa y Coupé también cambió dos años después de su lanzamiento, alcanzando los 200 CV con un motor de 3.0 litros, además de incluir ahora las tapas de culata del Turbo y el sistema de inyección K-Jetronic.
En esta nueva actualización, se añadió también la galvanización en caliente por ambas caras de todos los paneles del 911. Con las nuevas piezas fabricadas por Thyssen, cada vez había más elementos de aluminio y una mayor protección contra la oxidación, que hacían de la serie G una llamada a perdurar en el tiempo.
El 911 SC Coupé y Targa de la generación G aparecían en 1978 con una potencia inicial de 180 CV y con motor atmosférico. Aumentó la potencia a 188 CV en 1979 y a 204 CV un año después. Y en 1981, cuando se fabricó el 911 número 200.000 de la historia de Porsche, se presentó en el Salón de Fráncfort un deportivo Turbo de techo abierto, el 911 SC Cabriolet. Un precioso y elegante diseño que se convertía en uno de los descapotables más rápidos del mundo con una velocidad máxima de 235 km/h.
Dieciséis años dan para mucho y la serie G seguía creciendo con un coche de carreras homologado para la carretera, el 911 SC/RS 3.0 de 250 CV. En 1987 se lanzó una edición especial en color azul diamante metalizado que conmemoraba la impresionante cifra de 250.000 Porsche 911 fabricados. Ese año también aparecía el ligero 911 Clubsport con 100 kilogramos menos, y en 1989 un Carrera Speedster que marcaría el punto y final de esta segunda generación del 911.
La serie G es tan icónica que a día de hoy sigue siendo una de las más queridas por los porschistas. Una generación moderna de la que seguimos perdidamente enamorados.
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