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20 años de Cayenne: la llegada de un SUV aún más rápido
Si hay algo en lo que Porsche es experto es en arriesgar. En 2002 lo hizo con el Cayenne, el primer SUV de la marca. Creado como un todoterreno de lujo pero con la esencia de cualquier otro deportivo de Porsche, la idea al crear el Cayenne era aunar confortabilidad, deportividad y seguridad en un SUV, y la propuesta pronto se convirtió en un éxito palpable ya con la primera de sus generaciones.
El motor V8 creado para el Cayenne alcanzaba en su versión más básica los 250 CV. El Cayenne S, de 4.5 litros, llegaba a los 340 CV y los 242 km/h de velocidad máxima, y el más potente de esa primera generación, el Cayenne Turbo, conseguía alcanzar los 266 km/h, gracias a sus 450 CV.
El motor fue creado ya en un primer momento con una serie de características que le hubieran permitido soportar mucho más. Con la lubricación por cárter seco integrada, por ejemplo, se garantizaba que todos los componentes del motor estuvieran correctamente lubricados hasta durante una aceleración lateral intensa y prolongada. El primer SUV de Porsche estaba preparado para más, aunque en ese primer momento fuera un modelo más comedido de lo que podría haber sido.
“Solo aquellos que se arriesgan ir demasiado lejos pueden encontrar lo lejos que pueden llegar”, afirmaba el poeta T.S. Eliot, y es justo lo que Porsche hizo unos años después: arriesgarse a ir demasiado lejos con un nuevo modelo de SUV aún más rápido.
Fue en el año 2006 cuando Porsche presentó el Cayenne Turbo S, una versión que tras su lanzamiento se convertía en el segundo Porsche más potente homologado para carretera. En ese momento solo le superaba el mítico superdeportivo Carrera GT, un coche que ya en su prototipo se presentaba con un motor V10 de 5.5 litros y 558 CV de potencia. Ahora un todoterreno le seguía muy de cerca, algo impensable tan solo una década antes.
El nuevo modelo de Cayenne, el Turbo S, no cambió su apariencia exterior porque donde realmente se producía la magia era en el motor que ahora alcanzaba unos impresionantes 521 CV. La culpa, en parte, fue de los radiadores del aire de admisión que ahora eran 13 milímetros más grandes y estaban hechos de aluminio. Así, el aire se enfriaba más rápido y se aumentaba la presión de sobrealimentación en 0,2 bares, lo que aumentaba también la potencia.
El Porsche Traction Management (PTM) y el sistema Porsche Active Suspensión Management (PASM) mejoraban la eficacia y seguridad de los Cayenne, y en concreto en el Turbo S, ambos venían de serie. El PASM era capaz de regular la amortiguación de forma automática en base al terreno y al estilo de conducción del piloto, lo que facilitaba aún más que la maniobrabilidad y eficacia del Cayenne Turbo S.
Los neumáticos de 275/40, diseñados para este modelo, estaban homologados para soportar fácilmente una velocidad de hasta 300 km/h. Pero la velocidad debe ir acompañada en todo momento de seguridad, por lo que este Cayenne Turbo S incorporó un sistema de frenada mayor. Los discos de freno delanteros eran 30 milímetros más grandes que en el modelo Turbo (hasta alcanzar los 380 mm), y los discos traseros 28 mm más que en el Turbo, 358 mm de diámetro. También aumentaron las pinzas de freno así como las llantas de serie del Cayenne Turbo S que eran de 20 pulgadas.
No solo era un todoterreno de lujo, seguro y confortable, también era capaz de llevar sus 2.355 kilogramos de peso de 0 a 100 km/h en solo 5,2 segundos. La velocidad máxima de este nuevo modelo era de unos impresionantes 270 km/h que le convirtió no solo en el más potente de la gama Cayenne, sino en el segundo más potente en ese momento de todos los vehículos Porsche.
De la primera generación de Cayenne salieron de fábrica un total de 276.652 unidades de las cuáles solo 5.455 eran del Turbo S, el más deportivo de toda la gama y también el más exclusivo que a día de hoy sigue formando parte de la familia Cayenne. Un ejemplo perfecto de cómo Porsche era capaz de crear un modelo de SUV aún más rápido.
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