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Luft kult
Sintiendo la fiebre dentro del club de propietarios de Porsche más exclusivo.
El cálido sol de otoño suaviza el frío de las primeras horas de una mañana de sábado en Weissach. Fuera de las puertas del mítico centro de desarrollo de Porsche al noroeste de Stuttgart, el soñoliento aire de Böblingen sólo se ve agitado por un sonido vibrante distante pero inconfundible.
Subiendo la colina fuera de la ciudad, un pequeño convoy de 911 S con refrigeración de aire se abre camino hacia la entrada. El sonido pasa del murmullo al susurro, y del susurro al rugido mientras uno de los primeros “S”, un G-Series Turbo y un 964 RS pelado doblan la esquina y se detienen ante las barreras. Sus conductores salen sonriendo, estrechando las manos y dando abrazos. Mujeres y niños con cara de sueño salen al sol, contemplando las espectaculares vistas de Weissach y del campo circundante.
Aparecen más coches
Apenas se han callado sus motores cuando el sonido se intensifica. Aparecen más coches: un inmaculado 356 A, un 914 verde “delphi” y un Cabriolet 993 negro sobre negro.
Los números crecen a medida que un mar de trabajos de pintura crea una bienvenida multicolor sobre el patio delantero de hormigón gris de Weissach.
Los coches empiezan a aparcar en doble fila a lo largo de la línea de la valla, bordeando la carretera principal y perdiéndose de vista sobre la colina. El sonido es constante ahora; un intenso e insistente retumbo de fondo ocasionalmente interrumpido por un gruñido agudo del acelerador.
Se trata del Freunde Luftgekühlter Boxermotoren, el club de amigos del motor refrigerado por aire, o FLB para abreviar. No publicitado, y pasando desapercibido, éste es quizás el club de Porsche más exclusivo que existe. Y hoy la tribu ha sido invitada.
El objetivo: preservar y celebrar el bóxer refrigerado por aire
Creado hace unos siete años para preservar y conmemorar el motor bóxer refrigerado por aire en todas sus formas, el FLB es el club de Porsche del que nunca has oído hablar, abierto sólo a empleados actuales y antiguos de Porsche –no le gusta la publicidad, es modesto y está silenciosamente determinado a seguir siendo así.
Hoy es el principio del encuentro de 2017, donde un total de 80 coches privados de todo tipo se reunirán en Weissach para pasar un día de adoración mutua a la refrigeración por aire, la conducción enérgica y, más tarde, la cerveza.
Justo a tiempo, se levantan las barreras y seguridad hace señas a la creciente multitud dentro del territorio sagrado de Porsche Motorsport y de su división GT, el terreno fundacional de cada uno de los innumerables éxitos de carrera de la marca desde principios de los 60.
Vueltas rápidas en la pista de pruebas
El primer punto en la agenda de hoy son las vueltas rápidas en la pista de pruebas. Tras una charla de bienvenida y una sesión informativa de seguridad, los coches de alinean y se dirigen en grupos muy unidos de seis, uno tras otro, a través de la primera curva cerrada a la derecha desapareciendo de la vista. Para muchos empleados, ésta será la primera oportunidad de conducir en el legendario circuito cerrado y de explorar los límites de su propio coche alrededor de su hogar espiritual de facto. Los motores rugen hacia sus limitadores en la recta corta y los gases de escape salen en exceso mientras los frenos son puestos al límite. El día despejado crea unas condiciones de pista ideales. Coches y conductores encuentran un ritmo perfecto para adaptarse al espectro de los 40 años de rendimiento y tecnología disponibles.
Cuando las vueltas rápidas se terminan, los grupos se dirigen a la enorme pista de pruebas resbaladiza circular, reuniéndose para el selfie anual del FLB. Un reflejo de la naturaleza unificadora y modesta del club, los coches se alinean por décadas, estados y valores distintos y aleatorios sin guardar ninguna relación.
80 coches salen en fila de la instalación y se dirigen hacia la Selva Negra
Los viejos amigos se arremolinan entre los coches, poniéndose al día, intercambiando historias, admirando las sutiles modificaciones y las fastidiosas restauraciones en igual medida.
Tras las obligatorias tomas de los drones de este extraordinario momento en el centro neurálgico del rendimiento de Porsche, los motores vuelven a la vida prácticamente al unísono. Laderas boscosas distantes hacen rebotar un muro de sonido a medida que los 80 coches salen en fila de la instalación y se dirigen hacia la Selva Negra.
Desde aquí, es una ruta cuidadosamente planificada a través de algunas de las mejores carreteras del sur de Alemania, volviendo a primera hora de la tarde al cuartel general secreto del FLB.
Unas horas más tarde, la tribu ha localizado a Oliver Berg y Bernd Stadler, los ajetreados y enérgicos presidente y vicepresidente del FLB. El club fue creado por ellos durante una comida en una cafetería local, cuando Oliver observó que, en todos los clubs deportivos y de ocio altamente organizados en Porsche AG, no había nada oficial que representara el que quizás sea el más importante pasatiempo.
Los amigos del motor refrigerado por aire no tardaron en surgir, explica Bernd, con el club pasando rápidamente de un pequeño grupo de entusiastas acérrimos a los casi 600 miembros actuales, todos los cuales, enfatiza, o bien trabajan en Porsche o son antiguos empleados. Y muchos de ellos tienen un coche refrigerado por aire cuyos orígenes se remontan al concepto del motor bóxer prebélico original de Porsche.
Un Volkswagen Beetle verde víbora
Oliver ha dejado sus Porsches refrigerados por aire en casa, y ha decidido llegar a Weissach esta mañana –con su hijo de dos años y medio a cuestas– en un Volkswagen Beetle verde víbora altamente modificado con un volante de plato hondo minúsculo y la clase de caucho trasero normalmente reservado a los dragsters. Hasta cierto punto, parece que lo importante no es lo que tienes sino lo que quieres hacer con ello.
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