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La leyenda rosa de Porsche
12 de Junio de 1971. Todo preparado para que de comienzo la carrera más famosa del mundo, Las 24 Horas de Le Mans, por supuesto. En la parrilla de salida, un Porsche 917 color rosa palo acapara todas las miradas. No es sólo su color lo que llama la atención del público, de todos, prensa y competidores. Su peculiar carrocería, producto de un estudio de investigación aerodinámica realizado por una empresa externa francesa especializada en aerodinámica, SERA (Société d'Études et de Réalisations Automobiles), junto con (y sobre todo) la pintura especial ideada por el jefe de diseño de Porsche de aquellos años, Tony Lapine, pasaría a la historia por ser conocida como el primer cerdo de carreras.
La historia que hay detrás del diseño del coche no tiene desperdicio, llegando incluso al mito. El objetivo de Porsche de otorgar a SERA el proyecto de la carrocería, era alcanzar la armonía entre la carga aerodinámica y la resistencia, una asignatura pendiente del Porsche 917. Mientras que el motor era una obra maestra germana refrigerada por aire, de 12 cilindros, en configuración plana bajo un ventilador gigante; la carrocería original era un poco inestable y evolucionó en dos modelos distintos para 1970: el 917K, o cola corta, con más carga aerodinámica a costa de resistencia; y el 917L, o cola larga, más alargado y grácil, diseñado especialmente para Le Mans. Venció el K, el más lento de los dos en recta, así que para preparar la carrera de la siguiente temporada, surgió el proyecto del Porsche 917/20.
SERA debía crear una versión combinada de alta carga aerodinámica y bajo arrastre que permitiera a Porsche merendarse a sus competidores. La empresa gala llegó a la conclusión de que esto podría lograrse haciendo que el cuerpo fuera lo suficientemente ancho como para evitar que las ruedas interfieran con el flujo del aire sobre el automóvil. El trabajo de los franceses dio como resultado un coche con el chasis ensanchado para permitir un flujo de aire más limpio y un morro bajo, al más puro estilo de las versiones coupé, para evitar la elevación de la parte delantera. En un principio no decepcionó, fue el coche más rápido en la práctica previa en Le Mans, en el mes abril, pero su historia en competición se limitó a aquella Le Mans del 71.
La carrocería desmesuradamente amplia, los huecos exageradamente redondeados de las llantas, las ruedas tan metidas dentro de las cubiertas, en combinación con el morro cuadrado, bajo y plano, le proporcionan una morfología un tanto extraña que, en ocasiones, puede evocar a la figura de un cerdo. Para colmo, (no se sabe a ciencia cierta los motivos reales que lo llevaron a hacerlo, de ahí el mito) el director de diseño, Anatole Lapine, decidió pintar el coche de color rosa y etiquetar cada una de las partes de la carrocería en analogía con el despiece de las diferentes secciones de un cerdo, como en la clásica ilustración de una carnicería.
Las malas lenguas dicen que lo que llevó a Lapine a atreverse con semejante diseño fue la sed de revancha con los franceses por el pésimo resultado de su trabajo con la apariencia del 917/20, receloso además, después de que Porsche le concediera a ellos el privilegio de obrar la carrocería en su lugar. Otra teoría dice que los motivos reales simplemente tuvieron su origen en el sentido del humor alemán. Reaccionando a los constantes comentarios sarcásticos de los compañeros del departamento sobre el aspecto porcino del vehículo, Tony (de origen letón), tuvo la gran idea y les pareció que podría ser una magnífica estrategia de marketing que aportaría a la carrera una estrafalaria dimensión.
Sea como fuere, Porsche causó sensación en Le Mans 1971 con ‘Pink Pig’, ‘Big Berta’ o, incluso, llegó a ser apodado con el sobrenombre de ‘Truffle Hunter’ (cazador de trufas). Acaparando todos los flashes, logró quitarle todo el protagonismo al coche vencedor, su compañero del equipo Martini, el 917K. El prototipo no fue testado en absoluto como era necesario. El caso es que logró ser el más rápido en la sesión previa a la carrera. Durante la misma, el 917/20, corría en la quinta posición cuando tuvo que retirarse antes del final debido a un accidente. Conducido por Reinhold Jöst y Willi Kauhsen, el Pink Pig se salió de la pista después de 12 horas rodando, con Jöst al volante.
Durante mucho tiempo, se dio por hecho que Jöst había cometido un error, hasta que el automóvil fue desmontado en la fábrica, lo que reveló que las pastillas de freno se habían desgastado en el metal desnudo. Como el 917/20 era más rápido en línea recta que el 917K, también era inevitablemente más pesado con los frenos, lo cual no se tuvo en cuenta al configurar el horario de cambio de la pastilla de freno del cerdo de carreras. Las pruebas de túnel del viento mostraron un coeficiente de arrastre de solo 0,387, pero su chasis ampliado se tradujo en una cifra total de arrastre mayor que la del 917K. La velocidad del automóvil demostró posteriormente que su aerodinámica podría haber sido mejor de lo que las pruebas sugirieron en un principio.
A pesar de ser una de las versiones más reconocidas del Porsche 917, su andadura en la competición fue mínima, ya que únicamente participó en la carrera de 1971 de Las 24 Horas de Le Mans. Le valió para ser el coche de carreras más fotografiado del año, alcanzando incluso el nivel de popularidad del 917 de Steve McQueen. El ‘Pink Pig’ sigue siendo hoy en día muy admirado entre los visitantes del Museo Porsche en Stuttgart, Alemania, donde descansa sin haber sido descuartizado ni convertido en salchichas Bockwurst.
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